Alteraciones del sueño

Cabe realizar un esfuerzo en lo asistencial y también en la prevención

El insomnio es un problema cada vez más frecuente como consecuencia de la mayor prevalencia de los factores que condicionan la aparición de cada vez mas casos en nuestros servicios sanitarios, demandando respuesta asistencial a nuestros profesionales.

El abordaje correcto de este problema se puede beneficiar de diversas acciones que nos ayuden a mejorar paulatinamente la respuesta preventiva y asistencial que debe organizarse en el sistema sanitario. La prevalencia del insomnio supera el 6% pero es cierto que aún merece la pena trabajar en el desarrollo de un estudio epidemiológico que permita precisar tanto el número real de casos, como los factores condicionantes y de mayor riesgo para que, de esta manera, se pueda organizar todo el proceso asistencial y lo niveles organizativos de respuesta de una forma más pegada a la situación real de nuestro entorno. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), un 25-35% de la población adulta padece insomnio transitorio y entre un 10 y un 15%, lo que supone más de cuatro millones de adultos españoles, sufre de insomnio crónico.

Las consecuencias del insomnio hay que considerarlas tanto en términos de salud, como en términos de incapacidad para el desarrollo normal de las actividades cotidianas; por tanto, hay costes sanitarios y hay costes sociales que pueden verse disminuidos con el desarrollo de estrategias asistenciales adecuadas.

Una de las cuestiones que merece mucha atención es la necesidad de organizar la respuesta asistencial con unidades de sueño con una visión global, integral y multiprofesional, para conseguir así perfeccionar la calidad asistencial a los pacientes con mayores dificultades.

Este tipo de unidades, de las que ya contamos con algunas experiencias en España, son una clara línea de acción a seguir aunque requieren un abordaje complejo y riguroso. Su trabajo será aún más eficaz si en paralelo se trabaja en la formación y en la mejora de la organización de la respuesta asistencial en Atención Primaria, para que a estas unidades sólo lleguen aquellos casos estrictamente necesarios.

Es en primaria donde cabe un esfuerzo relevante para avanzar en prevención, detección precoz y asistencia de calidad. Y para mejorar las capacidades de la atención primaria cabe reforzar la formación ya desde el ámbito del grado en las universidades pero, sin duda, cabe un esfuerzo especial en la formación continua, lo que implica a las administraciones y a las organizaciones profesionales.

Finalmente, la implicación de los pacientes en todos los proyectos de mejora para la adecuada atención al problema del insomnio, es imprescindible por muchas razones. Quizás la más importante sea el hecho de estar sufriendo un problema con poca visibilidad en los servicios de salud.

Concienciar sobre esto es una tarea necesaria junto a la necesidad de asegurar intercambio de buenas prácticas para que los pacientes sean protagonistas e inductores de cambios, que mejoren nuestra asistencia sanitaria. Cuestiones como estas deben ser consideradas seriamente para avanzar con pasos firmes para una respuesta asistencial de calidad.

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