Ha sido una vasca de 87 años, Almudena Gandarias, la ganadora de de MasterChef Abuelos. Más formal que un prospecto de paracetamol, ha sido la severa pero firme mano que no falló en ninguno de los platos de esta gala única del lunes. Los abuelos están para homenajearlos, pero no para sacudirlos en exceso en esas pruebas de exteriores que sacan de quicio a cualquiera. MasterChef descansa, que el formato ya se lo merece, y desde este próximo lunes habrá Noche de cazadores, del efectivo concurso de las tardes de La 1 que debería tener más fieles de los que van acopiando poco a poco.

La ganadora de esta segunda edición de mayores con Jordi, Pepe y Samantha se había quedado en puertas del anterior casting con unos crepes de langostinos que volvió a elaborar para esta ocasión. Lo que le dio la victoria definitiva fue la presa con cigala y consomé de ave y foie que debía replicar del chef extremeño Toño Pérez. Almudena tiene nombre madrileño pero debe de tener sus ocho apellidos vizcaínos. La de Guecho toma el relevo de la onubense Guadalupe Fiñana. Un reconocimiento a la sabiduría de nuestras madres y a su quehacer cuidadoso y abnegado.

En los dos MasterChef Abuelos han recalado participantes con recorrido vital pero pocos podrán igualar a Andrés, el gallego nonagenario, diplomático de pelo frondoso y ahora modelo de moda en París, de quien hasta el mismísimo Julio Iglesias aún tendría que aprender de él. Como el motero José, que recambió de novia en Brasil, son concursantes-personajes con las ideas claras y la vida en su punto. Como Filomeno y su arroz.

Las mujeres de estas generaciones tienen ventaja por herencia y predestinación forzosa al hogar y al fogón. Para esta versión se hallan a distancia de los mayores varones y en la liza final se encontraron también dos señoras admirables, Rocío y Rosario, representantes de todas esas madres, ya abuelas y bisabuelas, que levantaron este país desde su casa.

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