Cultura

Otra vez 'Blade Runner'

Se publicaba el pasado domingo 24 de junio que la mítica película Blade Runner celebraba treinta años llenos de éxitos. Efectivamente la película de Ridley Scott, que pasa por ser una obra maestra del cine de ciencia ficción, ha vuelto a ser suceso de actualidad con motivo de esa efemérides. Estrenada el 25 de junio de l982 entre otros acontecimientos cinematográficos de ese mismo año como E.T.: El extraterrestre, Star Trek II. La ira de Khan y Tron: El legado, daba a entender que los film de anticipación apasionaban al público. Así fue dada la acogida favorable de todos estos títulos. Blade Runner fue, no obstante, la más afortunada por su éxito, además, con la crítica.

Los primeros pasos sin embargo no tuvieron esa suerte en Estados Unidos por lo que el director decidió alterar su montaje dándole un aire más vitalista. Cinco veces a lo largo de estos años Ridley Scott ha montado versiones diferentes. Recuerdo uno de los últimos en 2007, que fue el cuarto, considerado entonces the final cut, para su reestreno en el Festival de Venecia, donde se presentaba como lo que siempre ha sido para los cinéfilos: un incunable, un título de culto en su género que ha influido poderosamente, especialmente por el éxito de su vídeo doméstico, no sólo en la narrativa del género con interminables imitadores sino también en la propia historia del cine.

Cuando el productor de la edición en DVD de la película preguntó al realizador británico en la rueda de prensa celebrada en la Mostra veneciana, si había quedado satisfecho, Charles de Lauzirika, debió respirar complacido. Pero ¿cómo confiar en un director que tanto ha dudado sobre el montaje de su obra maestra a lo largo de tantos años después de su realización y de la versión internacional que en 1982 dio por definitiva? Mucha ha sido su influencia en diversos ámbitos artísticos. El propio autor confesaba que, incluso arquitectos de gran prestigio le habían asegurado que "la película había cambiado sus conceptos".

En materia de ciencia-ficción no voy mucho más allá de Metrópolis (1927), de Fritz Lang y de 2001: Una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, los grandes hitos del género. Esta adaptación de la novela "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", escrita por otro venerado autor muy aprovechado por el cine, Philip K. Dick, trasunto policíaco y de anticipación, del cual se han cumplido algunas de sus predicciones, sólo me permite apreciar sus ilustres simbologías, su visión del hombre como creador omnipotente sobre esclavos replicantes que acabarán rebelándose cuando descubran su naturaleza efímera.

Ridley Scott, que con su propio montaje en 1992, vio renovada la vitalidad duradera de su película, ha conseguido con esta revisión última la aportación de unos planos que le han permitido perfilar los personajes y sus relaciones, especialmente del protagonista y del personaje interpretado por la actriz Sean Young, además de retocar la magnífica banda sonora compuesta por Vangelis. Algunos otros planos, de los que el realizador nunca estuvo satisfecho, han podido ser modificados merced a la tecnología digital, hasta el punto de incluirse el rostro de la actriz Joanna Cassidy en la secuencia de la persecución de su personaje, para la que se había utilizado un doble, así como el cambio del vuelo de la paloma que ponía punto final al famoso monólogo de Rotger Hauer en el desenlace.

Más allá de sus valores estéticos, filosóficos, sociológicos y puramente cinematográficos, su halo gótico y sus perspectivas en el tiempo, que en muchos aspectos se han reproducido en nuestra realidad actual, hay algo en Blade Runner que me provoca un gran desasosiego y no me anima a verla una vez más. Lo que no suele ocurrirme con otros incunables del cine.

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