Cultura

El último fracaso

Si como recordábamos en nuestra crítica el realizador norteamericano de origen hindú, M. Night Shyamalan, en sus últimas realizaciones había ido perdiendo el prestigio e incluso el predicamento logrado con realizaciones tan memorables como 'El sexto sentido' (1999) y 'El protegido' (2000), cayendo en mediocridades tan evidentes como 'La joven del agua' (2006) y 'El incidente' (2008), que recordábamos en nuestra crítica publicada aquí el pasado miércoles día 18, y que parecía inconcebible en un director imagina 'El bosque' (2004), la realidad es que su último estreno 'Airbender: El último guerrero', no sólo nos aleja a Shyamalan de su filmografía más seria y consistente, sino que lo arroja a ese confuso mundo de los sucedáneos cinematográficos. Uno duda si su montaje definitivo, que debe haber sido trabajo complicado, M. Night Shyamalan, ha tenido que sacrificar muchas inspiraciones místicas, digámoslo así, a favor de esa espectacularidad llamativa que impone un producto definitivamente comercial. En todo caso 'Airbender: El último guerrero', cuyo estreno no logró en su primera semana superar las cifras de su gran oponente en la novedad, 'Origen', es más la visión de lo que pudo haber sido la película y la demostración clara de lo que no se ha logrado.

Shyamalan, por tantos aspectos de su filmografía un visionario de este arte, que él ha manejado a veces con dotes imaginativas admirables, parece entender esta nueva creación como un pretexto shakesperiano con influencias claramente hinduistas o budistas, donde las artes marciales parecen ese soplo potente que domina la acción. Una acción a veces demasiado acelerada y en otras ocasiones demorada de forma exasperante. Todo ese tono mágico, que sin duda tiene la serie original en la que se basa el film no traspasa del todo la película que hoy nos ocupa. Así las cosas la poca originalidad de la temática ambiental y visual que nos ofrece 'Airbender: El último guerrero', se une a la torpeza narrativa del conjunto que propende al caos absoluto. Toda la parafernalia de las construcciones y decoraciones colosales, así como los despliegues coreográficos de las artes marciales, más el inevitable complemento de los efectos especiales, apoyada por un presupuesto costoso y ambicioso si quieren, se malogran por un fallo, para mí fundamental. Y es que si M. Night Shyamalan siempre ha cuidado con especial esmero sus guiones, en este caso se ha perdido en una amalgama o sucesión de acontecimientos, cuyas situaciones y personajes, se producen con una confusión realmente notable.

A todo ello se une la inclusión de unos "flash backs" que añaden un alarmante desorden narrativo sin que el final nos aclare muchas cosas, porque parece abierto a otras posibles continuaciones que mucho nos tememos.

Sobre todo si vamos a otro fracaso como éste.

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