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  • Bellavista Social Club Vecinos amigos se han unido en el núcleo de Aljaraque para crear un foro de encuentro y pleno de actividades culturales abiertas, gratuitas y para todos los públicos

Interior del nuevo espacio cultural de Bellavista, dominado por unas telas decorativas en el techo y mobiliario antiguo restaurado en una acción desinteresada de los socios.

Interior del nuevo espacio cultural de Bellavista, dominado por unas telas decorativas en el techo y mobiliario antiguo restaurado en una acción desinteresada de los socios. / fotos: josué correa

Probablemente habría sido imperdonable no hacer el guiño a La Habana de Compay Segundo, Eliades Ochoa e Ibrahim Ferrer, aunque quede lejos aquel viejo club cubano rescatado por Ry Cooder en los 90. Más cercano parece en lo musical, porque todos los sones tienen cabida en este local que gusta del jazz y de todas las propuestas culturales que animen la vida diaria en uno de los núcleos residenciales más populosos y tradicionales del cinturón metropolitano de Huelva.

No han pasado ni cinco meses desde que abrió sus puertas. El Bellavista Social Club tiene orígenes muy cercanos y modestos pero con una clara intención de perdurar. Es ejemplo de esas iniciativas que surgen en la calle, entre amigos y vecinos, aliados para dar respuesta a una necesidad compartida que no siempre encuentra atención en lo público.

El suyo es un servicio gestado por unos pocos para la colectividad, que parte de inquietudes propias proyectadas para el interés general. Porque no hay puertas cerradas tras ese apéndice de club, que es realmente una configuración de aire romántico que bebe cerca de los viejos casinos, que tantos hay diseminados por la provincia, y cuyo lucro sólo tiene sentido en la propia supervivencia, en continua retroalimentación para hacer más y mejor.

Fue un grupo de vecinos amigos de este núcleo de Aljaraque el que respondió hace unos meses al cierre de su punto de encuentro habitual. Corría aún 2017 cuando salió la idea y se pusieron en gestar el concepto. Y fue así como un 23 de diciembre, el mismo día fundacional, sí, del fútbol patrio, el Bellavista Social Club nació como asociación cultural, como entidad jurídica a la que abrir las puertas de un local amigo en los comerciales que dan vida a estas calles.

Tiene mucho el proyecto de sociedad mancomunada por cuanto muchos han aportado su esfuerzo personal, sus conocimientos y habilidades, para sacarlo adelante. Hay en la zona un variopinto grupo de profesionales independientes, ya en retiro gran parte, que tiran del carro para que esto ahora sea una realidad. Son 150 socios los que pagan una pequeña cuota base para atender los gastos generados. Pero aquí, y lo dejan muy claro, todo es público y nada privado. Todo se ofrece para compartir, gratuito, sin más desembolso que el que sólo hacen los propios asociados por voluntad de mantener el punto de encuentro con una pequeña compensación en el bar que contribuye a subrayar el carácter social del lugar.

Pero tampoco caben más confusiones: no es hostelería con cultura asociada; más bien al contrario, entendiendo siempre que el aspecto lúdico es esencial en la convivencia de actividades que dan cuerpo a una programación heterogénea para gustos y edades.

No es éste, siguiendo los descartes, lugar elitista marcado por sellos de ningún tipo. Porque ahora que corre el balón en Rusia, igual tiene espacio un partido de Mundial que una reunión del club de lectura de filosofía, El jardín de Epicuro, que encontró cobijo aquí después de nacer meses antes. El ritmo de la actividad lo marcan las exposiciones, siempre, cada quince días renovadas, en las paredes, y ese rincón para la música en el que las notas de jazz fluyen habitualmente entre otros géneros que pueden hacer más agradable una velada entre pinares escapando de la vorágine de la capital.

Estos meses se han hecho habituales las presentaciones literarias que marcan el pulso actualmente a la cultura onubense, y las conferencias y encuentros que ofrecen temas de actualidad y generan debates entre un público siempre numeroso y muy participativo.

No parará la actividad en verano y queda por delante un mes de julio en el que este pequeño local de Bellavista, de cuatro esquinas, diáfano y decorado con personalidad a base de retazos de generosidad, será una buena alternativa a las noches de calor en la ciudad, más llevaderas en un entorno agradable que permite salir del bucle de la cotidianidad.

Es modesto en esencia pero grande en espíritu. Acaba de nacer y tiene mucha vida por delante, pero ya es uno de esos puntos de encuentro en los que la cultura fluye, abierto siempre a nuevas experiencias e ideas, como demostración real de que la iniciativa está en uno mismo y sólo hay que ser valiente para salir de la atonía general que antes nos envolvía. Pero Huelva está ya muy viva y en Bellavista Social Club tratan de mostrarlo cada día.

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