Lleva catorce años como "doble oficial" de "la ambición rubia" en España y, con sólo verla, uno entiende el nombramiento que, el Club de Fans de la cantante en nuestro país, Divina Madonna, le otorgó durante la visita que su ídolo realizó a Ronda para la grabación de su videoclip, Take a bow. "Desde que tengo uso de razón soy su fan", confiesa su réplica sevillana. "Siempre me habían dicho que me parecía pero, Lo que no esperaba es la reacción de la gente cuando me vieron aparecer por Ronda. Me empezaron a pedir autógrafos y a hacerse fotos conmigo. Desde entonces, no he parado".

Acostumbrada a causar expectación allá por donde pasa, Verónica Electrónica, de veintinueve años, ha encontrado en su referente un motivo de inspiración tal, por un lado, y de admiración, por otro, que no tiene inconveniente en seguirle allá donde va, ya sea París, Londres, Lisboa... "En esta gira tengo previsto ir a cinco conciertos seguidos aunque, por supuesto, el que más ilusión me hace es el de Sevilla. Es un lujo para la ciudad", reflexiona a escasos días de celebrarse, el próximo martes dieciséis, el concierto de Madonna en el Estadio Olímpico.

Estudiante de Diseño de interiores y Modelado Espacial, la pasión por la música de Electrónica le ha llevado incluso a trabajar actualmente con una productora independiente donde ocupa el cargo de directora artística. Incluso, en etapas anteriores, ha ejercido como relaciones públicas y, por supuesto, como principal atractivo de fiestas y eventos dedicados a la "diva del pop" donde ha demostrado mucho más que sus coincidencias físicas. "Madonna se anticipa a las modas y a mí me vuelve loca todo lo que saca: el pelo, la ropa, los complementos… Si hago una actuación, intento calcarla en la imagen y en la forma de bailar, moverse y comportarse. Ahora está apostando por un look deportivo con calzonas retro, sudadera, medias de futbolista y gafas de sol con forma de corazón que seguro va a querer llevar todo el mundo".

Respecto a su pareja, que la tiene, y su familia, nuestra protagonista se ha sentido desde el principio apoyada por un entorno que la entiende y la apoya. "No te puedo explicar por qué siento así por esta persona pero sí te diré que me gusta su constancia, su fuerza y sus ganas de seguir creando. Me aporta todo. Es mi fuente de energía y de vida y no existe un solo momento sin que tenga recuerdos suyos".

Invitada habitual en televisión y radio, Verónica -quien, coincidentemente, comparte hasta el nombre con la propia Madonna, Louise Verónica Ciccone- no puede dejar de sorprenderse cuando, de repente, escucha las reacciones a su alrededor. "Hay quien se acerca y me comenta algo y otros se quedan embobados mirándome", recuerda. "Me han pasado muchas cosas y en todos lados porque he pasado temporadas en muchos lados, aquí y en el extranjero, y las reacciones son similares. Es algo muy fuerte".

Sin embargo, nada sería comparable a la posibilidad de toparse, cara a cara, con esa mujer tan significativa para Electrónica y cuyo encuentro ve prácticamente imposible. "Es muy especial y bastante inaccesible y, aunque la he tenido cerca muchas veces, nunca hemos conversado. Con sólo intercambiar un saludo, sería feliz". Un anhelo que, próximos a la llegada de la verdadera Madonna, tiene más posibilidades que nunca de hacerse realidad. Al fin y al cabo, recibirla en terreno propio es, por lo menos para empezar, una ventaja, ¿verdad?

Madonna no es la única celebridad que cuenta con una doble pues, como podemos observar en las imágenes, otros muchos podrían pasar perfectamente por personajes como (de izquierda a derecha) Halle Barry, Will Smith, Nicole Kidman, Matt Damon o Johnny Deep. Todos estos actores especialistas, y muchos más que existen repartidos por todo el mundo, son requeridos con asiduidad en emisiones de la pequeña pantalla o en diversas celebraciones donde interpretan a los famosos con los que comparten su parecido físico y que, de alguna forma, han cambiado su vida, obligándoles a pasar del anonimato a la popularidad y a ser confundidos constantemente con aquellos de los que son su viva estampa. Es el precio, dicen, a pagar por la fama.