ignacio martínez de pisón. escritor

"El poder judicial español es lento pero funciona especialmente bien"

  • En 1939 un estafador logró convencer a Franco de que podía fabricar gasolina sintética

  • Su peripecia vital la reconstruye 'Filek', el regreso a la narrativa de no ficción del autor aragonés

Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1963), tras participar en un acto del Centro Andaluz de las Letras (CAL) y Seix Barral.

Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1963), tras participar en un acto del Centro Andaluz de las Letras (CAL) y Seix Barral. / juan carlos vázquez

El autor de Enterrar a los muertos y El día de mañana revalida su potencia narrativa con un libro elaborado con los utensilios del periodismo, Filek, sobre el estafador que en 1939 logró engañar a Franco con la promesa de crear un combustible sintético mejor que la gasolina mezclando extractos vegetales con agua del río Jarama.

-Descubrió al personaje histórico, Albert von Filek, leyendo Franco, caudillo de España del historiador Paul Preston. ¿En qué momento decide convertirlo en protagonista de todo un libro?

-Preston apenas le dedica diez líneas en su monumental biografía del dictador pero me pareció una historia tan increíble, la de un estafador austríaco que le toma el pelo a Franco en la etapa más sanguinaria del régimen, que quise investigarla. En el proceso de documentación pensé que podía interesar a más personas aparte de mí y decidí escribir este libro. Para un novelista los estafadores son siempre personas muy interesantes, gente que vive fuera de la ley, pero si encima éste consigue engañar a Franco, miel sobre hojuelas.

-Los timadores profesionales han tenido un gran protagonismo en su obra. Así fue con su novela anterior, Derecho natural, y con otras como Dientes de leche. ¿Fue muy complicado seguir la pista de los engaños de Filek?

-Mis novelas están llenas de padres que van dejando pufos, como ocurría también con el de Carreteras secundarias; de gente que no hace mucho daño a las personas pero tiene poco respeto por la propiedad privada. Acceder a la información básica sobre Filek no fue demasiado complicado porque ahora la mayoría de los archivos y hemerotecas están digitalizados y muy bien organizados, te contestan... Aunque algunos hay que visitarlos todavía. Quería saber si este hombre fue juzgado por estafa en algún momento y acudí al Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares para ver si había un sumario del juicio. Tras muchas investigaciones comprobé que no había sumario porque no había habido juicio, lo que era más interesante porque significaba que el régimen quiso tapar todo este asunto. Acudí a genealogistas, archiveros e historiadores amigos y me pude hacer la idea de su final en Hamburgo bajo la administración de los aliados. Filek es interesante no sólo por ser un estafador que engaña a Franco sino por su recorrido biográfico, que nos permite atravesar etapas convulsas de la historia española y europea, incluido el final del Imperio austrohúngaro, la Primera Guerra Mundial y nuestra Guerra Civil.

-No ha accedido aún a los protocolos notariales de 1939, documentación que debe tener más de cien años para ser de libre acceso. ¿Qué espera hallar ahí?

-En 2039 podré pedir al Colegio Notarial de Madrid los protocolos del 1 de abril al 31 de diciembre de 1939 porque estoy seguro de que Filek llegó a constituir una sociedad y me gustaría saber quiénes fueron sus cómplices. El ministro Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, lo introdujo en el círculo más cercano al dictador pero tuvo que haber otras personas que le protegieran y también se lucraran, porque fueron demasiadas las chapuzas y pufos encadenados.

-¿Cómo se estrechó la relación entre Filek y Serrano Suñer?

-Se conocieron cuando coincidieron en la cárcel Modelo de Madrid. El austríaco había sido acusado de espionaje y de venderle sus inventos a Largo Caballero en 1936. Serrano Suñer sobrevivió a Paracuellos y le acercó al primer gobierno del Estado franquista; fue, al salir Filek de la cárcel, su contacto importante con el jefe del Estado. Recientemente un librero de Alcalá de Guadaíra cuyo abuelo conoció a Filek me confirmó que llegó a hacer una demostración de su gasolina sintética en Madrid en agosto de 1939 ante Serrano Suñer y Juan Antonio Suances, cuando éste era ministro de Industria en la zona nacional, y logró engañarlos a ambos. Esto facilitó las cosas pero lo hizo aún más el siguiente ministro de Comercio e Industria, Luis Alarcón de la Lastra, que era bastante incompetente en materia de hidrocarburos y al que, tras un efímero mandato de un año, sustituyó en octubre de 1940 Demetrio Carceller. Como Franco había decidido que la gasolina sintética era buena y nadie se atrevía a llevarle la contraria en esa cadena de ordeno y mando, se estiró la estafa y el enriquecimiento de Filek. El único ministro que, por lo que sabemos, tenía conocimiento de que aquello era una patraña fue José Larraz, que asumió la cartera de Hacienda en mayo de 1939 e hizo la reforma tributaria de 1940, pero no se pronunció porque estaba en contra de la política autárquica de Franco y acabó presentándole en mayo de 1941 su carta de dimisión. La aparición providencial de un sabio austro-húngaro que venía con la fórmula de la gasolina prácticamente gratis era lo que necesitaba un régimen autárquico que quería ser una gran potencia.

-¿Cómo se articuló el engaño en los canales administrativos?

-En muy poco tiempo el invento de Filek se publicó en el BOE con la calificación de industria de interés nacional y muy poco después salió un edicto para expropiar terrenos a su favor. Filek apareció en los periódicos diciendo que, en el plazo de seis meses, España se convertiría en la primera potencia exportadora de petróleo. La chapuza del régimen, de un gobierno cuartelero, permitía que un pícaro avalado por el cuñadísimo engañara al jefe del Estado y a todos. Desde que Demetrio Carceller en enero de 1940 tiene los primeros indicios y manda a una persona a investigar y luego a decirle a Franco que le estaban engañando, hasta que se hacen los análisis concluyentes, transcurre medio año. En todo ese tiempo Filek sale luciéndose en los periódicos del régimen y sigue lucrándose. El quería hacer un coge el dinero y corre pero no era tan sencillo porque las fronteras estaban cerradas. Lo mantuvieron dos meses en la cárcel y lo soltaron poco después pero cometió un error tremendo. Alardeó de su amistad con Franco y Serrano Suñer para una estafa feísima: prometerle a un ciudadano francés cuyo hijo estaba internado en un campo de concentración en la Francia ocupada por los nazis que por su amistad iba a conseguir su liberación. Apareció entonces la Brigada Político Social diciendo que ya eso era demasiado, que no se podía manchar la reputación de Franco. A Filek lo internaron en un campo de concentración en Nanclares de la Oca. Se producen entonces esas simetrías que tanto me interesan literariamente: un tipo que ha pasado casi tres años en cárceles republicanas estará más tiempo en cárceles franquistas y a veces en las mismas cárceles, en los mismos edificios.

-Como en Enterrar a los muertos, aquí no hay buenos ni malos, bandos puros e impuros.

-Lo que ocurre en esta historia es que, al seguir la peripecia de este estafador, me asomo al horror de Paracuellos, a cómo en noviembre de 1936 unos señores decidieron que la manera más sencilla de solucionar el problema de los presos no era trasladarlos a otra cárcel lejana del frente sino directamente eliminarlos. Casualmente otro supuesto inventor de otra supuesta gasolina sintética estaba en ese momento en la cárcel Modelo pero su suerte es bien distinta: a Suñén Beneded lo fusilan pero a Filek no por ser extranjero. Paracuellos es un episodio que no suele interesar a los novelistas pese a ser uno de los momentos más tremendos de la Guerra Civil, lleno de detalles y elementos muy literarios, como ese autobús de dos pisos que se va llevando presos y luego vuelve a buscar a otros. Era un autobús que se usaba para el transporte urbano en Madrid y luego en Paracuellos. Las listas no son completas y aún no se sabe si fusilaron a 2.000 o 2.500 pero siguieron fusilando hasta que apareció Melchor Rodríguez, el ángel rojo, y dijo hasta aquí hemos llegado. Paracuellos nos habla de momentos de excepcionalidad trágica, de cómo las instituciones republicanas durante un tiempo no fueron capaces de imponer un orden legal y también de cómo un tiempo después el franquismo impone un régimen alegal porque a Filek nunca lo juzgan; lo consideran preso gubernativo y lo mandan a un campo de concentración sin que haya un juicio ni sentencia ni derecho a la defensa, y con el recochineo de que en sus papeles pone que su delito es "ninguno" pese a lo cual se pega varios años en cárceles y campos de concentración.

-A Filek no se le llegó a juzgar pero en España acaban de pasar por el banquillo numerosos personajes de la esfera política, muchos de ellos por corrupción. ¿Quiso trazar un paralelismo?

-El poder judicial español es muy lento pero funciona extraordinariamente bien. La operación de la UDEF en Cataluña descubrió que el dinero que debían destinar a países en desarrollo lo destinaban a cosas suyas, Zaplana está investigado, unos magistrados nos han dicho que no se creían la versión de Rajoy sobre la financiación del PP y Urdangarín tiene ahora que ir a la cárcel. Los paralelismos tienen que ver con cómo Filek se inserta en la tradición de la picaresca española y en la de los ricos españoles actuales, muchos de los cuales sólo consiguen el dinero esquilamando el patrimonio común con el BOE respaldándolos.

-¿Tiene una mentira más recorrido que una verdad?

-El caso de Filek es el equivalente al traje nuevo del emperador. Nadie se atreve a decirle a Franco que era una estafa porque era el que mandaba, tenía a España sometida y nadie le rechistaba. El ministro Larraz sabía que el invento de la gasolina era ful y tampoco dijo nada. Ningún ministro aunque lo supiera le contradecía. Y muchos españoles murieron pensando que habían perdido la gran ocasión de su vida de hacerse millonarios porque Filek salió mucho en los periódicos, pero luego la historia nunca se desmintió. El escritor José María Conget recordaba que, de niño, también oyó hablar de esa gasolina del alemán que nos iba a sacar de la pobreza.

-El Filek real tiene un estilo epistolar muy seductor y literario.

-Reproduje sus cartas en el libro porque me parecen documentos muy divertidos. Filek tenía cierto encanto internacional, hablaba muchos idiomas (alemán, francés, algo de italiano y ese español extraño en el que escribía). En aquella España un poco cateta donde casi nadie sabía de hidrocarburos podía deslumbrar, sabía vestir muy bien su estafa y traía además el prestigio de lo centroeuropeo. Es como si nos vienen ahora con inversiones en internet, en bitcoin, y nos dicen que eso es el futuro... O como cualquier estafa piramidal.

-Su estilo es aquí más depurado y preciso, menos lírico, que en otras incursiones literarias.

-Quise usar las herramientas del periodista: concisión, no repetir cosas, transparencia. También las del narrador pero me muevo en un híbrido entre periodismo, historia y novela. Tenía el precedente de Enterrar a los muertos y sabía el libro que quería contar. No me apetecía construir una novela sino contar una historia donde todo estuviera documentado, certificado por testimonios y archivos.

-¿Les faltó a los historiadores olfato periodístico para apreciar a un personaje tan grotesco?

-Los historiadores tienden a fijarse en personajes importantes de cuyas decisiones depende el destino de mucha gente. En cambio Filek es territorio de los novelistas porque es una nota a pie de página de la Historia, un personaje muy secundario. Es normal que los historiadores piensen más en Churchill, pero para los novelistas Filek es más interesante porque a partir de un personaje menor podemos contar un mundo más amplio. Mi modelo de historiador que hace literatura es Carlo Ginzburg, el hijo de la escritora Natalia Ginzburg, que hace historia con herramientas del novelista y al revés. Tiene un libro fundacional, El queso y los gusanos, donde investiga la historia de un señor que tiene un expediente con la Inquisición porque mantiene ideas propias sobre Dios y la Virgen. Él reconstruye la época gracias al caso de este señor anónimo pero esa intrahistoria nos da una idea más apropiada o acertada de su tiempo. Si sólo habláramos de los reyes y los primeros ministros no entenderíamos la sociedad de cada época.

-Acaba la entrevista y aún no hemos hablado de Cataluña, donde reside desde hace años.

-Cataluña me aburre. Hace un año y medio estaba preocupado. Ahora sólo estoy cansado porque no tiene solución. Vamos a seguir enfurruñados 20 años más.

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