Cultura

El mundo del arte llora la pérdida del maestro Alfonso Pérez Sánchez

  • Los restos del profesor, fallecido en Madrid a los 75 años, serán incinerados hoy en el cementerio de la Almudena

Los espectadores que se hayan acercado este fin de semana a algún museo pueden haber descubierto, con extrañeza, un nuevo pesar en las facciones de los personajes que pueblan las pinturas, una sombra de tristeza y de orfandad proyectándose sobre algún lienzo. La comunidad científica perdía el sábado a uno de sus nombres fundamentales: el catedrático de Historia del Arte Alfonso E. Pérez Sánchez (Cartagena, 1935) fallecía en Madrid, a los 75 años, tras una larga enfermedad que ponía fin a una trayectoria intachable, merecedora de numerosos reconocimientos -la medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes o su nombramiento como miembro de las academias de Historia y de Bellas Artes de San Fernando destacan entre ellos- y en la que, a través de publicaciones, cursos y la organización de exposiciones, se convirtió en uno de los divulgadores más notables de la producción pictórica del barroco. Los restos del profesor serán incinerados hoy, lunes, en el madrileño cementerio de la Almudena.

Pérez Sánchez fue una figura determinante en la historia reciente del Museo del Prado, que dirigió entre 1983 y 1991. En el periodo de su gestión, la institución albergó exposiciones memorables -la antológica sobre Velázquez, en 1990, fue uno de los episodios más felices de la pinacoteca- y experimentó un proceso de modernización en el que se advertían la lucidez y el rigor del historiador. Pero su maestría trascendió su paso por el Prado, como recordaba ayer el presidente de la Comunidad de Murcia, Ramón Luis Valcárcel. "Ha sido mucho más que un director del Museo del Prado. Antes y después de ello, fue quien marcó definitivamente las pautas para abordar el arte español de una manera sistemática", señaló sobre un intelectual cuyo interés por otras disciplinas le llevó a estudiar cine y a escribir poesía en su juventud.

Sevilla, ciudad a la que estuvo particularmente vinculado, guarda un recuerdo imborrable de él. Muestras como De Herrera a Velázquez. El primer naturalismo en Sevilla o la más reciente El joven Murillo permanecen en la memoria de los ciudadanos como el testimonio de sus contribuciones al estudio y la difusión del arte. El Centro Velázquez, al que el investigador aportó toda su ilusión y su empeño, es el legado de un maestro que imaginó una vez que Santa Rufina podía regresar a su ciudad.

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