Cultura

El oficio de la libertad

Se reúnen aquí, en este breve tomo de Andaluces, las divagaciones y retratos literarios que Gastón Baquero dedicó a varios poetas españoles del XIX y el XX; poetas cuya relación con América fue tan determinante, como prolongada e íntima en algunos casos. Así, el influjo de Bécquer en la obra de José Martí y Rubén Darío, o el alto magisterio de Juan Ramón a su llegada a La Habana. También la soledad radical, la singular pureza de Cernuda, que encuentra otra hora de esplendor y de dicha en su destierro en México. En todos ellos, Baquero personaliza y resume el desnudo vasallaje de la poesía; en todos busca y halla una libertad originaria cuya única servidumbre es la belleza: la belleza solar, helénica, en Cernuda, las ninfas ateridas de Gustavo Adolfo Bécquer, o la escondida nomenclatura del cosmos en Juan Ramón Jiménez.

En contra del lugar común, el poeta no es una inteligencia musical y una imaginación difusa. La poesía es, en rigor, el ámbito de la precisión y el lugar de la palabra exacta. De ahí que estos ensayos de Gastón Baquero, en su doble condición de poeta y cubano, vengan a continuar la obra ensayística de Cernuda, de Lorca, de Rubén Darío, del último Machado, en páginas de gran penetración y sutileza. Hay también en Baquero una generosidad, una distancia con el siglo, que le impide confundir la figura del poeta, su obra memorable, con el avatar político y las atroces banderías que llevaron al destierro a gran parte de la inteligencia española. De este modo, en Andaluces está, por un lado, la gratitud del poeta por el amargo regalo del exilio, cuyo magisterio enriqueció aquellas latitudes tanto como empobreció las nuestras; y de otra parte, el oficio de la libertad, la naturaleza última del poeta, que Gastón Baquero ejemplifica en las figuras de Bécquer, Juan Ramón y Cernuda.

Para Baquero, sin este raro monacato, sin esta viva negación de lo real, la poesía no dejaría de ser una extraña bagatela de hoja caducifolia. No obstante, en la obra de estos tres hombres, así como en Pemán, en Lorca, en María Zambrano, Baquero encuentra el pulso del individuo contra lo ineludible, más la invención de un mundo donde la voluntad humana se despliega. Esa es la solitaria herencia que el poeta lega. Esa es, al cabo, la formidable empresa del hombre libre. A lo cual se añade la pasión de España que atraviesa Andaluces. Una pasión erudita, caudalosa, fructífera, un acendrado sentir de legatario, que se agavilla en la escritura de Baquero con la solemnindad y la ligereza, también con el emocionado lirismo, que conviene a estas páginas.

Gastón Baquero. Renacimiento. Sevilla, 2009. 209 páginas. 18 euros.

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