La costumbre de adornar las apariencias con mil y un complementos no es nueva, viene de lejos. Ya en tiempos muy remotos, más concretamente en la prehistoria, nuestros antepasados se empeñaban en darle alegría a sus cuerpos adosándole cualquier tipo de abalorios. Collares, brazaletes, pulseras, anillosý formaban parte de los complementos utilizados en las diferentes culturas que se han asentado en estas tierras desde tiempos inmemoriales.

Con el objetivo de darles el valor que se merecen, el Museo Provincial de Huelva organiza para estas fiestas la actividad 'El adorno personal'. A través de ella, dos personajes, un mimo y su acompañante, invitan a niños y adultos a recorrer la sala permanente de Arqueología donde participarán de historias nunca escuchadas que toman como base las joyas y los adornos personales utilizados por el hombre a lo largo, desde la Prehistoria hasta la época romana.

Durante este didáctico y lúdico recorrido, se comprueba que los abalorios siempre han estado de moda y sabemos de sus gustos gracias a que tenían, también por costumbre, ser enterrados con sus más valiosas pertenencias.

"Estos no dejaban nada en herencia", espeta la locuaz presentadora de esta actividad, que ataviada con bata blanca y carpeta en mano es la encargada de explicar todos los detalles de esta valiosa actividad, llevada a cabo en la exposición permanente de Arqueología. Utilizando como argumento rector la riqueza minero-metalúrgica del subsuelo onubense, esta 'institutriz' pretende dar una explicación sobre los distintos procesos y etapas culturales, que configuraran el actual territorio de la provincia.

De repente una vendedera de collares y amuletos hace presencia en la sala. A través de esta interactuación, adentran al público presente en ese instante donde las primeras sociedades humanas comienzan a fabricar útiles, adornos y herramientas, que le van a permitir un mayor conocimiento y explotación del territorio. Ese momento en que la sociedad comienza a ser consciente del valor y uso de los minerales en su entorno.

Del mineral se pasa al bronce. Edad ésta que va a permitir una mayor diversificación del trabajo y en consecuencia, una mayor diversificación social, en el caso de Huelva se va a manifestar muy claramente en el mundo funerario y en sus ajuares, siendo el más característico el enterramiento colectivo. En esos ajuares hallados se desprende que, aunque este metal ofrece mayores posibilidades a la hora de fabricar adornos personales, sin embargo, son solamente las personas con una cierta posición social los que pueden presumir de ellos.

La diversificación en el mundo del adorno llega a su punto de inflexión con la cultura tartésica, ya que sus relaciones con los diferentes pueblos, fenicios y griegos, con los que comerciaban llegaron a convertirse en una rica y sofisticada civilización, "como se puede comprobar en sus joyas, más elaborados, y, sobre todo, en los elementos decorativos con los que adornaban cualquier objeto, como este jarro zoomórfico", indica, a la vez que un enterrador toma las medidas de la mantenedora del acto.

Acto que llega a su fin visitando la época romana. En ella, la moda de enterrar a sus difuntos con todo tipo de abalorios llega a su máxima expresión. No obstante, tras enseñar todos los adornos que esconde esta exposición permanente, la presentadora, acompañada de un minero, símbolo del gran aumento de las explotaciones mineras de esta época, muestra lo que para ella es la gran joya del Museo de Huelva: la Noria romana.

Esta instructiva actividad, enmarcada dentro de la campaña 'Disfruta otra Navidad. Ven al Museo', finaliza haciendo miembros a los presentes de la Ilustre Hermandad de los Contadores de la Historia, que tienen como misión dar a conocer el pasado, despojados de abalorios gratuitos, para que así entendamos mejor el presente.