Cultura

El monstruo dentro de nosotros

  • Mañana llega a los cines 'Guerra mundial Z', película dirigida por Marc Foster y protagonizada por Brad Pitt que se inspira en la novela de Max Brooks editada en España por Almuzara

Después de Zombi. Guía de supervivencia (2003), una original propuesta que generó un sinfín de imitaciones, Max Brooks insistió en dicho filón con una novela tan audaz como persuasiva, Guerra mundial Z, concebida como un estudio de campo que habría visto la luz merced a un azar editorial (En España, publicada por el sello Almuzara, va ya por su novena edición). Este "estudio de campo" habría sido encargado al autor por una comisión especial de Naciones Unidas a fin de recoger diversos testimonios sobre la plaga que asoló el planeta, de cómo fue abordada por la autoridades y recibida entre la población; el estudio deviene una crónica minuciosa de la propagación de algún tipo de infección vírica que devolvió los muertos a la vida sin ningún recuerdo de quiénes fueron y con una idea fija en la mente: saciar el hambre en el hombre. Al igual que otros trabajos de este tipo, este "informe de seguimiento del problema" debería servir para aprender de nuestros errores a fin de que, en el futuro, los hijos de nuestros hijos sepan cómo sobrevivir al enésimo Apocalipsis (esta palabra, téngase en cuenta, significa "Revelación"). Afortunadamente, esta tercera guerra mundial se ha librado exclusivamente en la fantasía del autor y en la de sus miles de lectores.

La novela arranca con un episodio aparentemente banal, inquietante en extremo: en una aldea perdida de China, un niño de unos doce años -el llamado "paciente cero- muerde e infecta a algunos vecinos; el lugar se coloca en cuarentena y los hechos se silencian, como viene siendo costumbre en el país, pero no tardan en aparecer otros focos de infección en la misma China, así como en puntos distantes del planeta. Cuando es del todo punto imposible esconder el problema, los distintos gobiernos nacionales intentan minimizar su alcance, confiando en que la enfermedad no ose cruzar sus fronteras. No se buscará una solución; preferirán esperar a que la tormenta escampe. Y no faltarán, pues nunca faltan, quienes querrán sacar tajada del mal... El gran acierto del libro es exponer con aceptable rigor y extrema lucidez las consecuencias de una amenaza a escala global: en vista de que la especie humana es como es y nuestras sociedades son como son, el zombi sería sólo una parte del problema: ante un peligro de tal envergadura, el hombre deberá luchar contra sí mismo, contra su naturaleza egoísta, contra las barreras sociales que ha levantado, contra los enemigos políticos que se ha creado, etc.

Como todo monstruo, el zombi "muestra" -es decir, señala cuáles son los miedos individuales y colectivos de nuestro tiempo- y se ha erigido en una de las ficciones con mayor potencial simbólico del género. El zombi alude a la alienación del individuo y la deshumanización de la sociedad moderna; no es el Otro, sino el monstruo en el cual yo podría convertirme: una criatura sin memoria, entendimiento ni voluntad, reducida al puro instinto. La plaga zombi podría interpretarse asimismo como la rebelión de esas masas contra un sistema que vive inconscientemente un sueño de prosperidad infinita; el Apocalipsis zombi es un cañonazo en la línea de flotación de una sociedad que se ve a sí misma intocable y eterna (Una presunción que el crack económico actual se ha encargado de enviar a pique). La lectura socio-política no es en absoluto forzada: "Las mentiras no son buenas ni malas -escribe Max Brooks en su novela-; como un buen fuego, pueden mantenerte caliente o quemarte vivo, según cómo las uses. Las mentiras que nos contó nuestro gobierno antes de la guerra, las que se suponían que nos mantenían ciegos y felices, ésas eran de las que quemaban, porque nos impedían hacer lo que había que hacer".

Guerra mundial Z no era una novela fácil de llevar a la pantalla. Su atractivo reside en su estructura coral, en esas múltiples voces que dan diversas perspectivas desde distintos frentes del conflicto; su fuerza radica en su fragmentación y en la ausencia de una línea argumental definida. Pese estas dificultades, empero, Hollywood tenía muy claras las enormes posibilidades de semejante propuesta y mañana desembarcará en nuestra cartelera la lujosa adaptación de la misma, auspiciada por Brad Pitt (no se requieren dotes adivinatorias para saber que se convertirá en uno de los grandes éxitos del verano).

La película llega precedida por noticias sobre un rodaje problemático durante el cual, se escuchó decir, intentaron quitarse de encima al director Marc Foster. Se sabe con certeza que hubo que filmar material adicional para darle una ilación más definida al relato y que el presupuesto se disparó hasta rozar, quizás superar, los doscientos millones de dólares. Veremos qué tal es. Entre tanto, el estreno del filme debería recordarnos (y no hacernos olvidar) que hay una estupenda novela detrás.

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