Cultura

Los "lazos apretados" con la América hispana

  • Dos libros ilustrados recuerdan el universo de Gabriel García Márquez y la relación de Cuba con el tabaco

El desaparecido Julio Manuel de la Rosa se sintió abrumado cuando se adentró en las páginas de Cien años de soledad de García Márquez. Tal fue la impresión que le causó la obra del colombiano que fue aplazando sine die la tesitura de escribir sobre el universo del Premio Nobel. "Después de tres o cuatro días de lectura hipnótica, todavía fuera de la realidad real, recuerdo sin embargo que me dije: carezco de serenidad crítica para juzgar, y ni siquiera opinar sobre esta novela", recordaba el autor sevillano. "Desde aquel verano han transcurrido más de 50 años, durante los cuales habré publicado en revistas y periódicos como varios centenares de artículos, sin contar conferencias o presentaciones de libros. Nunca he tenido fuerza -ni lucidez- para hablar de García Márquez".

De la Rosa, fallecido el pasado febrero, es uno de los colaboradores que participa en el libro Dibujos para Gabriel García Márquez, una suerte de catálogo de la exposición que Alfredo González, Premio Nacional de Ilustración, dedicó al autor de Crónica de una muerte anunciada o El coronel no tiene quien le escriba y que publica Grupo Pandora, el sello del editor Pedro Tabernero. A propósito de Cien años de soledad, De la Rosa evoca en el volumen "el latigazo eléctrico" que le causaron las primeras líneas de aquella ficción: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". La saga de los Buendía entroncaría con esas "novelas fundacionales" que arrancan con unas líneas "que atrapan al lector por el cuello y lo coloca por sorpresa en el inicio de un espacio inaugural".

También tiene conexión con Hispanoamérica otra de las publicaciones de Grupo Pandora, Cuba y el tabaco, una nueva entrega de la colección Espacios abiertos que anteriormente se acercó a otros enclaves como Gibraltar, Cádiz o el Cabo de Gata. En esta ocasión, las ilustraciones de Roberto Sánchez Terreros trasladan al lector a los parajes donde se cultiva y comercializa el tabaco, lugares como la Isla de la Juventud, La Habana, Ciego de Ávila o Santiago de Cuba. Escenarios fascinantes y exóticos, pero también familiares, porque, como apunta Antonio Rivero Taravilla, autor junto con Juan Antonio Sanz de los textos de esta obra, "Cuba fue parte de España hasta hace ciento veinte años, apenas un rato, cinco minutos en la historia del mundo. Quiere decirse que fue parte de su corazón, no sólo de su organización política o de un Imperio que había dejado ya mucho antes de existir. Perderla, como se pierde un amante, una amante, causó un dolor especial y dejó un hueco muy hondo. Hay muchas naciones americanas, por no decir todas, con las que los españoles tenemos lazos muy apretados; pero los que nos unen a Cuba son prendas de amor", escribe Rivero Taravillo, para quien "la exuberancia cubana es múltiple y empieza a advertirse en su total dimensión cuando el viajero se aleja de la capital y recorre las playas o se interna tierra adentro, recorre ingenios y se traslada a Baracoa, Trinidad, Cienfuegos o Camagüey. Este libro lo demuestra en numerosas imágenes sugerentes que invitan al viaje, todo un deleite para la vista".

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