Lolita Flores - Cantante

En el jardín de las Flores

  • Mientras Lolita presentaba ayer su nueva película en el Festival de Cine de Sevilla, Rosario acudía a la ceremonia de los Grammy Latinos en Houston nominada al Mejor Álbum Vocal Pop Femenino.

Lolita llegó ayer por la tarde al hotel y, antes de arreglarse para el estreno de El libro de las aguas, historia en la que interpreta a Lorenza -una mujer "de pueblo, con sus rencillas, amor y odios", según sus palabras-, debe descansar un rato. Son los tejes y manejes lógicos de la "vida de artista" que, casi irremediablemente, le deparaba el destino. Más de tres décadas después de sus primeros éxitos como cantante, nuestra confidente reconoce que, a pesar de su dedicación a la música, es el cine donde ha encontrado el aplauso más unánime. ¿Volverá a repetir críticas y premios, después de su recordada Rencor, ahora con esta nueva propuesta en la que, además, participa su hija, Elena Furiase, Chi lo sá?. El público, como siempre, tiene la última palabra…

-Creo que aún no ha visto el resultado final de este nuevo rodaje. ¿Se pone nerviosa cuando llega el momento de levantar el telón?

-No. En todo caso siento incertidumbre de estar a la altura del papel y de que a la gente le guste. Desde luego te ves más arrugas, más bolsas, los gestos, guapa a veces, fea otras…

-A los actores les gusta presumir de método… ¿Cuál es el suyo?

-El método Flores (risas). Made in me (risas). Bueno, dejarte fluir y sacar lo que tienes dentro. Buscas unos sentimientos parecidos en ti aunque reconozco que no me preparo ningún personaje. Leo el guión e intento entenderlo pero no me pongo delante de un espejo a mirarme.

-¿Le ha dado más satisfacciones la gran pantalla que su faceta musical?

-Sí. Después de 33 años, en la música no tengo el reconocimiento general. La industria no cuenta conmigo para ciertas cosas, mientras que, con la interpretación, he conseguido alcanzar un pequeño y sólido estatus. Sea como sea, seguiré cantando y, de hecho, preparo una recopilación de mis temas y gira.

-La que está arrasando es su hermana, Rosario, rozando un Grammy con la punta de los dedos…

-Sería el Grammy de toda la familia. Sabemos lo que cuesta hacer un disco y que funcione y se venda. Además, es una esperanza para quienes continuamos en esto…

-De todos modos, usted, si las ofertas escasean, las inventa. Ahora creo que anda con el diseño de joyas, ¿no?

-Es un paso más allá de las toallas. Me he asociado con un profesional al que le digo los modelos que quiero y él los realiza. Son piezas a un precio asequible para chicas jóvenes y señoras no tan jóvenes porque, lo de mayor, me suena fatal (risas).

-¿Qué opina al respecto su hija Elena?

-Ella no es de ponerse pendientes pero, sí, le gustan.

-En El libro de las aguas coinciden, ¿verdad?

-En planos generales pero no en escenas conjuntas. Ni una mirada, vaya (risas)

-Y en su casa, donde la matriarca, sus niños y su compañero, Pablo, se dedican a lo mismo, ¿todas las conversaciones giran en torno a la farándula?

-¡Qué va! Al contrario. Es de lo que menos se habla. Nosotros no tenemos problemas ni celos profesionales. Cuando se está seguro de la valía de uno, eso sobra.

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