cómic

El huevo de la serpiente

  • El historietista estadounidense Jason Lutes clausura su trilogía de Berlín, una ambiciosa obra gráfica en torno al origen del nazismo, después de 22 años de haberle dado comienzo

El protagonista soterrado de la Trilogía de Berlín aparece en las primeras páginas del tercer volumen, Berlín. Ciudad de luz (Astiberri): hablamos de un hombre de ojos azulísimos, de pelo negrísimo, y un bigotito cuadriculado que a más de uno le recordaba el de aquel entrañable vagabundo interpretado por Charles Chaplin en la pantalla. Adolf Hitler se dirige en tren a la capital alemana, un tren que corta raudo los verdes campos alemanes. Joseph Goebbels, líder de la zona, entra en el compartimento para informarle sobre cuál es la situación: el nazismo ha abandonado definitivamente las inquietudes socialistas defendidas en el pasado -recuérdese que el partido nazi fue en su origen el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán-; Der Angriff, órgano oficial de propaganda, está vendiendo ochenta mil ejemplares diarios; y las camisas pardas son una presencia cada vez más fuerte en las calles. Aunque no sonríe, Hitler se siente feliz; el signo oleoso de los elegidos ensucia su frente y ante sí se expande el horizonte inabarcable de la epopeya. Alemania se está hundiendo, él la sacará a flote.

Veintidós años después de haberle dado inicio, Jason Lutes ha concluido esta impresionante trilogía. El tiempo de espera se había ido espaciando entre un título y otro: Berlín.Ciudad de piedras (2000) llegó tras cuatro años de elaboración; Berlín. Ciudad de humo (2008) necesitó de ocho años para hacerse realidad; y Berlín. Ciudad de luz (2018) la ha visto tras una década. No obstante, a pesar del tiempo transcurrido, Jason Lutes ha sabido mantenerse fiel al trazo primero, los planteamientos, el estilo y los objetivos que se marcó. No era sencillo, en absoluto; lo habitual en estos casos es ver cómo se matizan o alteran los presupuestos iniciales según pasan los años bajo las ruedas. Sin embargo, el lector puede leer los tres títulos una detrás de otro -yo lo he hecho- sin notar las pausas o treguas habidas entre ellos. La Trilogía de Berlín es una obra compacta, intensa y extensa -casi 600 páginas sin desperdicio- en torno a un puñado de personajes que asisten al derrumbe de una ciudad, un país, un continente, un mundo.

El periodista Kurt Severing, que nunca fue un iluso, está por descubrir que las cosas siempre pueden ir a peor; el huevo largamente incubado se está resquebrajando y por entre las fisuras asoma el hociquito metálico de la serpiente. Marthe Müller, por su parte, asiste perpleja al fin de esa fiesta en apariencia perpetua en donde ha vivido; la policía hace una redada en el club gay en donde suele reunirse con sus amigos y su relación con Anna se deteriora a partir de entonces. Pese al lugar central ocupado por Herr Severing y Fräulein Müller, hablamos de una obra coral. Otro personaje fijo es Silvia, una adolescente que va radicalizando su rebeldía dentro del Partido Comunista, mientras su padre y sus dos hermanos pequeños pasan a engrosar las filas del nazismo. También tenemos a los Schwartz, una familia de anticuarios judía que ve crecer el odio alrededor. La alta burguesía alemana -representada por Margarethe, ex amante de Kurt- no dudará en apoyar el proyecto de Hitler; si esto les permite seguir igual, no les importa que todo cambie. Eso sí, nos quedamos con las ganas de saber qué fue del resto de los Cocoa Kids.

A su llegada a Berlín, en septiembre de 1929, Marthe Müller, abrumada por los fortísimos contrastes de la gran ciudad, había escrito en su cuaderno: "No puedo mirar y no puedo dejar de mirar". No es difícil poner esta reflexión en boca de Jason Lutes. Tampoco a él le habrá resultado fácil mirar, indagar, ahondar en aquel naufragio tremendo, el de la República de Weimar, pero no ha dejado de hacerlo; no ha dejado de indagar y ahondar en aquellos años ingratos intentando comprender qué ocurrió en Alemania para que, apenas dos décadas después de haber salido de una guerra, el país volviera a destapar la caja de los truenos. La lección es terrible por incontestable: el ser humano, muy proclive a la desmemoria, siente una fortísima inclinación a repetir los errores de antaño. Lo sucedido en Berlín, en la civilizada Alemania, en el corazón de Europa, debería estar permanentemente sometido a debate. Todos deberíamos saber, nadie olvidar, y obras como la de Jason Lutes nos ayudan a conseguirlo.

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