Literatura El curso de la popular escritora celebra hoy su segunda y última jornada

La gran pregunta de Brunetti

  • Donna Leon, una de las grandes figuras del género criminal de los últimos años en Europa, imparte en Sevilla un taller de la UIMP sobre novelas policiacas

Donna Leon le debe tanto a su curiosidad que ya no le da un descanso. Lee el periódico con la misma avidez de un perro de aeropuerto ante un bulto sospechoso. En pleno vuelo, espía por encima del hombro de su compañero de asiento, que está escribiendo un texto sobre consumo de drogas, y acaba entendiendo -aterrada, maravillada- por qué muere más gente por fumar crack que por inhalar cocaína. Y en la calle, cuando pasea, no deja de prestar atención a los detalles, "por cotidianos que parezcan". "Yo soy así, husmeo en todas partes -dice poniendo achinados ojos de misterio y tocándose con un dedo muy tieso la punta de la nariz-. Y por eso desde hace tiempo algunas cosas, cuando las oigo, ya sé que son oro puro".

La escritora estadounidense (Nueva Jersey, 1942) tuvo una de esas intuiciones horas antes de volar a Madrid para desplazarse luego a Sevilla, donde ayer inauguró un taller organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en la Casa de la Provincia que concluirá hoy. Hay pocas voces más autorizadas para impartir un curso llamado Escribiendo novela policiaca. No hay más que recordar el largo idilio que mantiene con los lectores europeos a través de su comisario Guido Brunetti, al que dio vida en 1992 en Muerte en la Fenice, la primera entrega de una saga que ha convertido a esta veneciana adoptiva en uno de los grandes nombres del género criminal.

"Hay que estar abiertos. Deberíais llevar todos un cuaderno encima", insistía ante la quincena de atentos alumnos a quienes reveló el germen de una próxima aventura del famoso protagonista de libros como El peor remedio, Un mar de problemas, Líbranos del bien o Cuestión de fe, el más reciente. El domingo, Donna Leon daba un paseo de mañana por las inmediaciones de la iglesia de Santa María de los Milagros cuando reparó en un grupito de cuatro jóvenes bastante drogados. Discutían con tal cautela sobre un sitio al que debían ir de ir, que ella decidió seguirlos discretamente y pegar la oreja. Entonces pensó en Brunetti. Cómo reaccionaría ante esta escena, él que es padre de dos hijos de edades similares. Y se respondió que se sentiría feliz al saber que en ese aspecto sus hijos están libres de peligro. "Pensé que daría gracias. Pero ¿a quién?".

Leon, que no cree en Dios, se ha hecho esta pregunta muchas veces. Y tratará de encontrar una respuesta a través de Brunetti. "Esos momentos en los que todo va bien y te dices: de dónde viene todo esto. Quiero que se sienta totalmente golpeado por esa extrañeza, que esté lleno hasta estallar de agradecimiento, pero sin saber hacia dónde dirigir toda esa gratitud".

Éste será, como ella misma contó, el meollo de una futura peripecia (también del alma) de su personaje-alter ego. "Es cierto que es menos autoritario que muchos de los protagonistas de novelas policiacas -dijo en respuesta a una pregunta de una participante en el taller-. Los tipos duros no me interesan. Brunetti es un tipo suave, tiene un lado femenino, aunque puede ser feroz si algo le disgusta mucho". Como ella, parece. Escéptica, beligerante y extraordinariamente propensa a la indignación moral, que sale a través de sus manos gesticulantes y teatrales, la escritora también se recrea en un humor sostenido por la ironía. "No sé si os habéis dado cuenta, pero raramente hablo en serio de algo", dijo para animar a los alumnos a una comunicación menos rígida.

También habló de su concepción del género que la ha hecho famosa. "Nadie lo ha hecho tan bien como Agatha Christie. Llegas al final y dices: ¡wow! Y es verdad, vuelves a leer el libro y ahí están todas las pistas, sólo que ni te diste cuenta. Ella es quien mejor cuenta quién lo hizo. Pero hay una pregunta más interesante, y es por qué lo hizo, y entiendo que las mejores novelas policiacas actuales se ocupan más bien de esta cuestión". Leon dedicó un buen rato a cuestiones elementales de cocina literaria -como la elección del punto de vista- aunque al final, vino a reconocer, "no hay reglas únicas". "Y eso es lo grande de ser escritor, que puedes estar al mando de todo".

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