donde habita el arte

El gran maridaje de los sentidos

  • De Blanco A Tinto. Una vinoteca en Gibraleón lleva cinco años acercando la cultura de alto nivel al público con un modelo mixto que abandera la oferta privada en la provincia onubense

Puede que aquellas películas de Woody Allen en el Nueva York de los 80 contribuyeran al maridaje definitivo entre vino y arte, que ahora se asume popularmente como alianza natural. En plena efervescencia de la plástica onubense, con grandes artistas y cada vez más exposiciones, ya no hay inauguración que se precie sin caldos propios del Condado o cualesquiera que ayuden a allanar el camino a la conversación en pleno momento de reencuentro social. Lo tuvo claro José Manuel Blanco cuando hace algo más de cinco años se reinventó y unió dos de sus aficiones para hacerlas trabajo propio. Pensó en abrir una galería de arte pero se quedó en un término medio, abierto por ambos lados para cualquier aportación.

De Blanco a Tinto es una gran tienda de vinos, en muchos casos, exclusivos en la provincia, pero también una experiencia total para todo tipo de públicos a través de catas periódicas y actividades gastronómicas de maridaje. Pero es, al mismo tiempo, y casi en mayor medida, espacio para las artes plásticas y la cultura. Todo un ejercicio de valentía en esta provincia, en Gibraleón, en un pueblo del extrarradio capitalino que no alcanza los 13.000 habitantes.

Instruir al público en el arte es uno de los objetivos que se marca el espacio olontense

Para José Manuel fue revelador el encuentro con un conferenciante que, en pleno momento de inflexión, empujado por los efectos de la crisis, le indicó el camino. ¿Qué es lo que te gusta? ¿Qué quieres hacer? Él lo soltó casi sin pensar: organizar eventos.

Lo suyo es pura organización en una mente arrolladora, que no para de crear, de idear. Dice que no tiene talento para el arte pero en este negocio suyo tiene claro que si las cosas se hacen con ilusión y cariño, inevitablemente se transmite directamente al público. En su caso no son sólo buenas intenciones: se formó con empeño en la gestión del negocio, en la enología, en el arte. Y mucho de ese saber acaparado en una y otra vertiente lo ha sabido aplicar en todos los frentes, favoreciendo esa simbiosis que en este gran local del centro olontense ha tomado carta de naturaleza propia.

Tras esa entrada de apariencia comercial hay un mundo volcado al arte. Sólo en la disposición de las botellas se aprecia el cuidado del detalle, pero cuando en las paredes aparecen casi camufladas las primeras obras expuestas, como ese espectacular cuadro de Santana en su periodo previo a sus conocidas marinas, ya se empieza a adivinar que puede que los vinos sean sólo el complemento de la verdadera faceta del local.

En esa antesala abierta a catas y degustaciones, hay rincones artísticos dispuestos con mucho amor, en una muestra de que el arte está al alcance de cualquiera que desprenda de su mirada el misticismo impostado y los temores del principiante. Cuenta el Blanco propietario que la didáctica es parte fundamental de su proyecto. Es intención personal, justificación también del formato, que el arte se acerque al público con todo tipo de facilidades, proporcionando herramientas para el conocimiento y la comprensión. Es así como en ese espacio previo se celebran las presentaciones, obligatorias en cualquier exposición junto a las visitas guiadas por el autor o la información que ahonda en la obra expuesta.

Porque detrás, a sólo dos escalones, está la entrada a una sala excepcional, amplia, alta, diáfana, abierta a un mundo de posibilidades para la plástica por el que ya han pasado los más destacados artistas de Huelva y Andalucía, de todo el panorama nacional. Mucho ha hecho, y Blanco lo antepone en su narración, el apoyo constante del gran artista olontense, Pablo Sycet, nombre imprescindible en el Madrid de los 80, prolífico creador y coleccionista incansable, que ha suministrado con obra propia y ajena las paredes de la Sala DBAT, de la que es comisario recurrente.

De su fuente inagotable de ideas hay ciclos periódicos como el estival dedicado a los autores locales, De esta bendita tierra, y actividades multidisciplinares, que pasan por el establecimiento de un club de lectura, la celebración de un exitoso certamen de cine en corto y videoarte, conciertos en pequeño formato, presentaciones de libros… Prácticamente todo tiene cabida en la Sala DBAT, que para eso son expertos en maridajes, también entre cultura y comercio, de popularizar el arte en regalos de navidad, de despojarlo de artificios y convertirlo en una experiencia abierta para el disfrute de todos. José Manuel Blanco fue corresponsable, también, de la creación, más años atrás, de un festival onubense de postín, Jazzolontia, y ahora lleva un tiempo abanderando desde Gibraleón el sector privado que está agitando la cultura en Huelva en la actualidad.

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