Cultura

La gloria del antihéroe

La figura de Iron Man, en esta continuación que ahora ocupa lugar destacado en nuestras carteleras, adquiere connotaciones de antihéroe dentro de la incombustibilidad de la naturaleza mítica del personaje de la Marvel, que de nuevo saca a pasear ¡y de qué forma! a sus más notables criaturas. Como quiera que el primer Iron Man salió muy airoso de su lance cinematográfico, tanto en su perspectiva crítica como en su aventura taquillera, vuelve el contundente protagonista con su despliegue de efectos especiales y su guión favorecedor de una ocurrente verborrea no exenta de diálogos jugosos, ingeniosos a veces y chispeantes siempre. Aunque, eso sí, más vulnerable a los embates de sus venenosos, implacables y perversos rivales.

Sí porque en este enfrentamiento Iron Man, provisto de sus más sofisticada armadura, que hasta las fuerzas de los Estados Unidos envidian y apetecen para sus propias defensas estratégicas, se establece en esta ocasión frente a dos personajes encarnizadamente malvados, dos villanos entre los más villanos de toda la larga estela de películas con inevitable fondo maniqueo. Aquí los malos son el ambicioso hombre de negocios Justin Hammer, que encarna con cínica y aviesa actitud Sam Rockwell, que nos recuerda mucho a Gary Oldman, otro de los grandes bellacos del cine, e Ivan Vanko, también conocido como Whisplash, para quien ha escogido a un intérprete que juega al encasillamiento más patético y ectoplasmático que pueda imaginarse, nada menos que Mickey Rourke o lo que queda de él.

La acción que suele ser caldo de cultivo en estos empeños entre fantásticos y violentos, aquí se remansa, sorprendentemente, se desacraliza incluso, y sólo estalla en contadas ocasiones aunque, eso sí, lo hace con las más explosivas consecuencias. En el centro de estas pendencias casi galácticas, con profusión de pesados monstruos de acero o de extrañas amalgamas impenetrables, campea, más arriba por su calidad de actor, que de su talante de indestructible guerrero de cómic, Robert Downey Jr., que tras superar viejas debilidades extra cinematográficas, se ha encaramado a un estrellato fulgurante, acrisolado recientemente con su desenfadada y desmitificada figura de Sherlock Holmes (2009), -el título más taquillero en las pasadas navidades estadounidenses- en la inefable realización de Guy Ritchie, entre otras actuaciones igualmente notables. Porque, todo hay que decirlo, Robert Downey Jr., que debutó en el cine con cinco años en Pound (1970), dirigido por su propio padre de igual nombre y apellido, lleva en esto del cine cuarenta años y superando sus propios fantasmas interiores no ha parado de trabajar siempre con notable éxito y con evidente revelación de su talento y experiencia.

El popular icono de la Marvel, que parece muy rentable en esta nueva entrega, se aleja un tanto de sus pretensiones iniciales, no sólo en la estructura cinematográfica del invento, sino por su intención más amable y llevadera, si perder su inevitable propósito eminentemente comercial. Juega la baza de este protagonista prestigioso ingeniero, superdotado experto en la tecnología más avanzada, mujeriego, casquivano y sin embargo adornado de nobles sentimientos filantrópicos, que presume de haber "privatizado con éxito la paz mundial", en lo que Robert Downey Jr. es una baza de atractivos bien notables, eso sí, secundado por una reparto que, si no es homogéneo en sus resultados definitivos, si es atractivo de cara a la taquilla con los mencionados Sam Rockwell y Mickey Rourke, además de las atractivas y eficaces Gwyneth Paltrow y Scarlett Johanson, más Samuel L. Jackson y Don Cheadle.

Pero Jon Favreau, por cierto, redactor jefe de los discursos para el presidente Obama en la campaña presidencial de 2008, repite esquemas salvo esa simplificación de los mayores golpes de efecto que son los de más impacto y atractivo para amantes de estos artefactos fantásticos de indudable alcance palomitero. A celebrar sus golpes de humor. No en vano Robert Downey aconsejó al director que contratara al guionista de Tropic Thunder (2008), Justin Theroux, película por la que el actor fue nominado al Oscar. Ya está en marcha un Iron Man 3 para alegría, gozo y deleite de sus seguidores.

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