tribuna de opinión

El festival que perdió su identidad

  • Sobre un Festival de Cine Iberoamericano de Málaga en Español y Portugués

Preparativos para el Festival de Cine de Málaga, frente al Teatro Cervantes, el año pasado.

Preparativos para el Festival de Cine de Málaga, frente al Teatro Cervantes, el año pasado. / javier albiñana

La marca original y el sello identificativo se han cambiado. Málaga no ha sabido crecer dentro de su marca habitual: Cine Español. Y no ha sido capaz de convertirse en la cita anual de TODA la industria. Tampoco ha logrado concitar el interés ni mostrar el atractivo suficiente para que concursen directores consolidados de nuestra cinematografía. Eso sí, cuando se trata de recibir un homenaje o un premio honorífico de los innumerables que se entregan en Málaga: todos vienen encantados a recibirlo; pero cuando alguno de esos directores homenajeados tienen película nueva, prefieren concursar en otros festivales. Denominar en Español al festival de Málaga es engañar, no queriendo llamar a las cosas por su nombre.

Pedro Almodóvar nunca pisó Málaga. Tampoco Amenábar. Antonio Banderas, que es el presidente de honor del festival desde su inicio, poco ha participado en el certamen: nunca formó parte de su jurado y al cabo de veinte años le dieron, por fin, una Biznaga de honor. Como el festival no ha sabido crecer y desarrollar su ADN original, su director ha decidido buscar territorios que no le pertenecen, y así convertirlo en un nuevo (otro más) festival de Cine Iberoamericano, aunque quieran ocultarlo llamándolo en Español. Estupidez lingüística suprema. En realidad se trata de una huida hacia adelante, y con muy poco sentido, existiendo el Iberoamericano de Huelva (desde 1974), el de Cine Latinoamericano de Lérida y la sección Horizontes Latinos de San Sebastián, por citar sólo algunos.

Huelva se ha vaciado de contenido desde que ha decidido hacerle competencia desleal

Huelva se ha vaciado de contenido desde que Málaga ha decidido convertirse en Iberoamericano, haciéndole una competencia desleal a un festival hermano y pionero que además se celebra en la misma comunidad autónoma y que reciben ayudas de las mismas instituciones. El rico se come al pobre.

El crítico Carlos Boyero jamás ha pisado Málaga. Ni diarios como El País, El Mundo, ABC o La Vanguardia han desplazado a sus críticos o redactores para que informen a diario de las películas a concurso, práctica habitual en los festivales importantes.

Málaga, que ha sido 19 de los 21 años Festival de Cine Español, nunca entregó el premio Nacional de Cinematografía; también ha perdido la defensa pública y fase final del premio de Guión Julio Alejandro, el más importante en lengua española.

José Luis Rebordinos en San Sebastián, Javier Angulo en Valladolid y José Luis Cienfuegos en Sevilla dedican los doce meses del año a pensar,planificar y descubrir nuevos talentos o propuestas para sus respectivas ediciones. El director del festival de Málaga se ocupa, además, de la gerencia del Teatro Cervantes. Como si un festival de cine no precisase de una dedicación en exclusiva.

El socio o patrono privado más importante del festival de Málaga es Antena3. Resulta paradójico que nunca una apertura o clausura del festival más importante del cine español haya sido retransmitida ni en directo ni en diferido por esta cadena privada, que además nunca programa películas iberoamericanas. Tampoco emite Cortos ni Documentales.

En los Goya de cada año se nominan y premian, muchas más películas españolas que no han concursado en Málaga y que, sin embargo, han participado en otros festivales que ni siquiera ostentan la marca de Cine Español. En el 2018, 22 películas presentadas en el Festival de San Sebastián obtuvieron 64 Nominaciones a los premios Goya; las películas del Festival de Málaga, solo 17.

Entre las perlas del festival del año pasado, y según se repite en las bases del actual, cabe destacar que, en relación con la concesión de los premios, hay una única Palma de Oro, un único Oso de Oro, un único León de Oro, una única Concha de Oro, una única Espiga de Oro... Pues bien en Málaga hay DOS Biznagas de Oro: una para la mejor película iberoamericana y otra, para la mejor española. Es decir, como la organización del festival es consciente -eso sí- de que el cine Iberoamericano que viaja es, en términos generales, mucho mejor que el español, así se diferencian dos apartados y todos contentos. Es como un premio ex aequo a perpetuidad. Un auténtico despropósito.

Málaga es el único festival de Cine en España cuyo Consejo de Administración está compuesto por nueve políticos y nadie más. El director (gerente) del festival, así llamado en los estatutos, tiene voz, pero ni siquiera voto. No participan otras instituciones provinciales, autonómicas ni estatales. Tampoco participan su Universidad, los sindicatos, ni ninguna otra institución cultural o social ciudadana. En los otros festivales importantes que se celebran en España la toma de decisiones está compartida por otras instituciones y colectivos ciudadanos. No parece un modelo representativo a la hora de participar en un hecho cultural como el que representa el festival para la ciudad.

Al convertir el Festival en Iberoamericano pasa a ser internacional, sumando y abriéndose a 23 países más; así, se transforma, sin la menor duda, en un nuevo modelo de certamen. Por cierto, bienvenida sea la sección Mafiz (Málaga Festival Industry Zone): es importante que después de veinte ediciones la organización se haya dado cuenta que el Cine además de Cultura, es Industria.

El cine alemán tiene Berlín, el francés a Cannes, el italiano a Venecia y el español a San Sebastián. ¡Que vivan los Festivales de Cine!

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