Cultura

El dominio de la noche

Dice André Gide, en las páginas que abren esta nouvelle de Saint-Exupéry, que en Vuelo nocturno hay una poética propia, una consistencia literaria, derivada de la aviación y del conocimiento que el autor tenía de tal oficio. Dicha poética es aquella misma que se infiere de las vanguardias y de una épica mecanizada que tuvo en Marinetti su cantor más insigne. No debemos olvidar, por tanto, que cuando Saint-Exupéry firma esta obra, a primeros de los años 30, la aviación es una aviación deportiva, una aviación comercial (y en cualquier caso, amateur), pero no el arma militar que coparía los cielos del planeta una década más tarde.

Quiere decirse, pues, que Saint-Exupéry aborda la figura del aventurero, apenas comenzado el XX, en la edad dorada del aventurerismo. Un aventurerismo, por otro lado, del que él mismo formaría parte, y cuyas filas engrosaron figuras tan extraordinarias como André Malraux, Lawrence de Arabia, Ernest Hemingway, sir Henry Stanley, Rosita Forbes y otras almas errantes que encontraron en la circunvalación del globo una posibilidad última para la épica. En esa vida de conquista y aventura, la nueva frontera se halla en el cielo; y dentro de la ensoñación aérea, en los vuelos nocturnos que los pilotos ejecutaban, ayudados únicamente de la radiotelegrafía, inmersos en un abismo frío e ilimitado. Con lo cual, el dominio de la noche del que habla Saint-Exupéry debe entenderse en un doble sentido: en la ancha propiedad de las tinieblas, que los aviones cruzaban con arrojo, y en la apropiación de un territorio vedado, hasta entonces, para el hombre.

Cabe suponer, por tanto, que gran parte del magnetismo, de la valentía, de la sorpresa que se recoge en esta obra, permanece inaccesible para el lector actual. Aun así, esta hora incipiente de la aviación, esa noche vasta y enemiga que aquí se glosa, es la que procura un fuerte tono lírico a las presentes páginas. Páginas donde los hombres se enfrentan a lo indecible y donde la muerte es parte principal, fuerza tonificante, de la vida.

Antoine de Saint-Exupéry. Trad. Francisco Pina. Berenice. Córdoba, 2015. 144 páginas. 14,95 euros

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