Cultura

Por una cultura compartida

  • El presidente del Patronato del Teatro Real, Gregorio Marañón Bertrán de Lis, ingresa como correspondiente en la Academia de San Telmo

La Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga ganó el pasado jueves un aliado de primer orden en su empeño por resonar más allá de la provincia con el nombramiento, como académico correspondiente en Madrid, de Gregorio Marañón Betrán de Lis (Madrid, 1942), abogado y empresario, nieto de aquel médico humanista que se reconocía a sí mismo como "trapero del tiempo" y, desde 2007, presidente del Patronato del Teatro Real de Madrid (como primer titular no político en el cargo). Marañón Bertrán de Lis estuvo acompañado en el acto, celebrado en la Sociedad Económica de Amigos del País de la capital malagueña, por el alcalde, Francisco de la Torre, y el presidente de la Academia de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna, además de otros académicos de número como el ex embajador de la Unesco para los Estados árabes Francisco Carrillo, quien se encargó de recibir al recién incorporado a la institución junto al historiador y catedrático Pedro Rodríguez Oliva. Marañón Bertrán de Lis dedicó su discurso de ingreso al mismo Teatro Real como "ejemplo de lo que supone la fecunda colaboración en el ámbito de la cultura entre las administraciones públicas y la sociedad civil". Antes, Cabra de Luna evocó la memoria de Gregorio Marañón y de la casa familiar del Cigarral, y hasta tentó al protagonista del acto, sin éxito, para que hiciera pública la legendaria receta de las perdices que desde hace más de un siglo se vienen guisando en el lugar.

Más allá de la anécdota, el presidente del Patronato del Teatro Real advirtió poco antes de que iba a hablar claro y no dudó en hacerlo al describir el contexto de su trabajo. Su llegada al organismo que preside se produjo en la antesala de una crisis "que, más allá de sus efectos inmediatos, ha dejado después otros casi peores: hoy nos falta altura de miras y, como diría Galdós, recto patriotismo. La política española vive por lo general de espaldas a la cultura. Los líderes de los partidos no se preocupan por la materia, no la disfrutan como ciudadanos y le adjudican un mero valor residual. Mientras tanto, en Alemania se mantienen los presupuestos culturales en su integridad ya que se consideran una cuestión estratégica".

Haciendo gala de su talante liberal, Gregorio Marañón Bertrán de Lis recordó cómo el Patronato del Teatro Real (que celebrará en la temporada 2016/2017 el 200 aniversario de su fundación y el vigésimo de su reapertura como templo para la ópera) tuvo como presidentes desde 1996 hasta 2007 a los seis ministros de Cultura que en aquel plazo ocuparon la cartera, tres del PP y tres del PSOE. Ya en 1996, a cuenta de esta política "intervencionista" del Gobierno en el Teatro Real, Marañón Bertrán de Lis presentó su dimisión junto a otros patronos como el director de orquesta Alberto Zedda, el filósofo Emilio Lledó y el compositor Luis de Pablo; hasta que, en 2007, "el ministro César Antonio Molina me pidió consejo y le respondí que el Teatro Real necesitaba una gestión independiente y profesional. Poco después se cambiaron los estatutos y el Patronato pasó de tener políticos en su Presidencia a tener presidentes elegidos por sus miembros. Desde entonces, el Teatro Real ha pasado de la irrelevancia a estar considerado como la tercera institución cultural de nuestro país, tras el Museo del Prado y el Reina Sofía, y a ser, de lejos, la primera en el ámbito de las artes escénicas y musicales". Hoy, el Teatro Real tiene un presupuesto "de más de 48 millones de euros, que se financia con un 30% de aportaciones públicas, un 27% de aportaciones privadas y un 43% de ingresos propios", un modelo "único en Europa".

Durante su discurso, Gregorio Marañón Bertrán de Lis tuvo palabras de recuerdo para el primer director artístico que tuvo el Teatro Real bajo su cargo, el recordado Gerard Mortier, "una de las personalidades más prestigiosas e interesantes del mundo operístico europeo". El nuevo académico recordó hitos de Mortier "como el inolvidable Cosí fan tutte que dirigió el cineasta Michael Haneke, en el momento en que recibía el Oscar a la mejor película extranjera". Y tampoco dejó a un lado la polémica que habitualmente envolvió a Mortier: "La polémica puede no ser mala; de hecho, es preferible al aburrimiento". Ahora, el trabajo de su sucesor, Joan Matabosch, "le da un sentido de continuidad con su propia impronta".

Con emisiones de óperas vía streaming a través de Facebook seguidas por más de veinte millones de personas y las numerosas retransmisiones en directo por toda España del Otello que actualmente acoge su escenario, Marañón sólo apunta a un futuro para el Real: "Asaltar los cielos, que es una expresión de Hölderlin aunque se la quieran adjudicar a ciertos jóvenes políticos". Y apeló a la "memoria del corazón" camusiana para hacer inolvidable el encuentro.

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