Cultura

El cuerpo, el último tabú

  • El CAAC descubre hasta el 12 de enero a la pintora figurativa Sylvia Sleigh, pionera del feminismo, en la primera muestra europea de su obra

Cuando la galesa Sylvia Sleigh aterrizó en el vibrante Nueva York de 1961, su fidelidad a la pintura figurativa la orilló en un ambiente cultural donde la crítica, las galerías y el mercado habían abrazado como un dogma el expresionismo abstracto. Esposa de uno de los críticos de arte más importantes del siglo XX, Lawrence Alloway, el hombre que acuñó el concepto del "pop art" y fue, entre otras cosas, comisario del Guggenheim de Nueva York, Sylvia tuvo que soportar a menudo, en las cenas que organizaban en casa, que sólo la interrogaran sobre cuestiones domésticas mientras el resto de la mesa debatía sobre las vanguardias que en ese momento constituían el discurso oficial. Una de las personas empeñadas en ignorarla fue precisamente la influyente coleccionista y marchante Betty Parsons, promotora de Jackson Pollock, a la que retrató como una mujer diabólica sobre fondo rojo.

Ese cuadro pintado en 1963 es una de las 63 obras que forman parte de Sylvia Sleigh: la mirada inoportuna que, comisariada por Katya García-Antón, se exhibe en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), localizado en Sevilla, y es la exposición más importante dedicada en Europa a la artista, fallecida en 2010. Como recordó el director de dicho espacio, Juan Antonio Álvarez Reyes, la propuesta no se hubiera podido llevar a cabo, por el coste del transporte desde Estados Unidos de las obras y los seguros, sin la colaboración con otras cuatro instituciones, entre ellas la Tate Liverpool y el museo de arte contemporáneo CAPC de Burdeos. El proyecto girará luego por toda Europa, donde la obra de Sleigh conoce un febril renacimiento, como demuestra el dossier que la influyente revista Frieze le dedicó en marzo. "Hoy valoramos a Sleigh como una gran inspiración para los artistas que quieren acercarse a la representación del cuerpo humano, el último tabú. Frieze ocupó su portada con uno de sus célebres desnudos masculinos pero no se atrevió a mostrarlo todo y puso el logotipo de la revista en la parte relevante", bromeó Katya García-Antón (Londres, 1966), historiadora británica de padre jerezano que dirigió durante casi una década el Centro de Arte Contemporáneo de Ginebra y fue comisaria del Reina Sofía de Madrid y del pabellón español de la Bienal de Venecia de 2011 que intervino Dora García.

Para ella, esta retrospectiva es "especial" porque traza de manera cronológica toda la obra de Sleigh e incluye esos desnudos masculinos que la hicieron tan famosas pero también ilustra su pasión por las naturalezas muertas y recupera series poco conocidas de su producción, como la que dedicó al Crystal Palace de Londres.

El salto a Nueva York desde la fría y deprimente posguerra británica, acompañando a su marido, aceleró los intereses creativos de esta mujer amante de la moda y el diseño que nunca discrepó de su opción realista aunque fuera ignorada por completo por la crítica oficial. Ha sido en los últimos cinco años cuando su obra comienza a entrar en las colecciones de museos como la Tate, un flechazo tardío que recuerda al que se produjo con la retratista americana Alice Neel. "Fue el movimiento feminista el que empezó a fijarse en ella por la osadía de sus desnudos. Pionera en pintar penes flácidos y en feminizar al hombre, reivindicó la mirada erótica del retrato masculino, hasta entonces sólo contemplado por pintores varones", contextualiza la comisaria.

"Aparte de ese trabajo de feminismo figurativo, fue una gran activista que apoyó los colectivos de género más importantes de su época, fundando algunos como Soho 20. Apasionada de la Historia, creó una pintura de memoria que documentaba su entorno, consciente de que muchas de aquellas mujeres que empezaban su trabajo no perdurarían".

Al aproximarse sin rubor ni concesiones al deseo y la sexualidad, la crítica contemporánea ha visto en las obras de Sleigh un trabajo con intención política. Un vídeo documental incluido en la exposición, filmado por Paula Ewin y Diana Sutherlin, la muestra ya octogenaria conversando con su gran amiga Louise Bourgeois y ambas coinciden en resaltar ese carácter político de sus obras.

Para Katya García-Antón, sus creaciones "sirven de puente entre la nueva generación de figurativos como Elizabeth Peyton y grandes maestros del pasado, como Manet e Ingres, cuyas poses actualiza en retratos como el que dedicó a la pintora neoyorquina Eleonor Antin", a la que pintó en 1968 recostada cual odalisca y exhibiendo las cicatrices de su reciente cesárea.

Su interés por la ornamentación, por los detalles botánicos y textiles, junto a su búsqueda de una belleza ideal y andrógina, la ligarían también a los prerrafaelistas. "Paul Rosano, su modelo preferido, parece la reencarnación contemporánea de las musas de esos artistas británicos del XIX que hoy revisamos como pioneros del erotismo", concluyó la comisaria.

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