Cultura

Un cuarto de siglo sin Dalí

  • El 24 de enero se cumplieron 25 años de la muerte del pintor de Figueras, pero su figura mantiene la enorme resonancia pública que el controvertido creador buscaba

El récord que batió el año pasado la exposición Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas en el Museo Reina Sofía -con más de 730.000 visitas- demostraron que el mito del pintor de Figueras aún sigue gozando de un asombroso gancho. La muestra, que se acercaba a las distintas facetas de un creador en continua reinvención a través de 200 obras, 30 de ellas nunca exhibidas hasta entonces en España, quería recobrar al Dalí "esencial", despojado de ese "ruido mediático" que su figura siempre había atraído, según defendía el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. Quizás, a pesar del estupendo itinerario que ofrecía de su producción artística, la cita no haya podido desvincular al autor de las antipatías que se ganó gracias a sus ideas políticas y su histrionismo, pero sí ha confirmado que el tiempo transcurrido no ha debilitado el magnetismo que tuvo ese excéntrico personaje: se han cumplido 25 años de su muerte, pero Salvador Dalí sigue estando muy vivo en el imaginario colectivo.

Ciertamente, ningún otro creador se trabajó como él su popularidad: ese hombre acomplejado que se disfrazaba de artista tocado por el dedo de los dioses supo captar siempre la atención de los medios con ese narcisismo exhibicionista que gastaba. "Sí, estoy convencido de ser el salvador del arte moderno, el único capaz de sublimar, de integrar y de racionalizar imperialmente, embelleciéndolas, todas las experiencias de los tiempos modernos", escribió en Diario de un genio. Esa transgresión constante provoca que algunos duden en atribuirle esa condición genial que él se concedía, como le ocurre a uno de sus biógrafos, Ian Gibson. "Lorca es un genio. Si me pregunta si Dalí lo es... No lo sé", afirmaba el escritor irlandés cuando presentaba, hace ya unos años, uno de los libros que dedicó al pintor, Dalí joven, Dalí genial.

El surrealista que rechazó el movimiento pero continuó facturando imágenes alucinadas, el revolucionario interesado por los clásicos y la mística, el amante del kitsch, el loco que tras su fachada extravagante articulaba perfectas campañas de promoción y que se reconocía deudor de la ciencia y las matemáticas, el cinéfilo que colaboró con Buñuel, Harpo Marx, Alfred Hitchcock o Walt Disney... son demasiados desdoblamientos para que Dalí pudiese ajustarse a alguna etiqueta. Y a los distintos lenguajes que cultivó su obra, y a esa pose con que se presentó ante los otros, hay que sumar en la figura de Dalí una vida íntima llena de ambigüedades y encubrimientos.

La misma directora del Centro de Estudios Dalinianos y comisaria de la exposición en el Reina Sofía, Montse Aguer, cree que todavía falta tiempo para "captar la importancia" de un artista interesado por temas tan diversos, lo que le convierte en un "personaje difícil de estudiar y de entender". Lo importante "es que hablen de ti, aunque sea bien", recuerda Aguer, citando una de las frases preferidas del pintor figuerense. El tiempo, vaticina Aguer en declaraciones a Efe, hará que la sociedad valore aún mas su proyección como artista y como pensador. "¡Veinticinco años no son nada en la historia del arte!", subraya.

Para el crítico e historiador del arte Daniel Giralt-Miracle, Dalí ha tenido la resonancia pública que él quería. "Su voluntad era que existiera público a favor y público en contra", y el hecho de que a los 25 años de su muerte aún genere discusión significa que lo "planeó bien".

Quizá la clave para que Dalí siga siendo tan actual se deba, argumenta Montse Aguer, a que el artista tenía "una gran capacidad de anticipación" y también de "provocación", por lo que atrae tanto al público adulto, como a los jóvenes e incluso a los niños, sostiene la especialista.

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