Fila siete

La crisis del pensamiento

Me imagino que dado lo poco que se lee en este país, mucho menos en Andalucía, según estadísticas, muchos contestarán negativamente a la pregunta que yo me planteaba en una de las columnas que escribo en este periódico, concretamente el pasado 18 de septiembre: "¿Son necesarios los libros? Si la cuestión de los libros y la lectura la he planteado en más de una ocasión, la duda viene discutida por esa frase que expone el protagonista de la película que hoy nos ocupa: "Vale más un café con un amigo que todos los libros del mundo".

Es más la problemática sobre los libros expresada por el veterano director italiano, autor de dos películas valiosas e inolvidables, El árbol de los zuecos (1978), Palma de Oro en el Festival de Cannes, estrenada en España en el Festival de Cine de Huelva, y La leyenda del santo bebedor (1987), viene incluso presidida en esta última realización con la frase del filósofo Raymond Klibansky a modo de seña de identidad: "Pero los libros, aunque necesarios, no hablan solos". Ermanno Olmi, que se refería a este último film como su última realización de ficción, lo que en realidad denuncia es la impostura de la Cultura oficial. En eso sí que estoy de acuerdo con el realizador de Bergamo.

Pero en su cine siempre hubo una inquietud religiosa en la búsqueda incesante de "un Cristo de las calles y no de los altares", que ahora esgrime contra los libros a los que crucifica sin piedad. Y no es el debate religioso, imprescindible en la persona y la obra de Ermanno Olmi, lo que aquí nos interesa, aunque no deje de ser apasionante y siempre oportuno, sino esa situación aparentemente simbólica del profesor de filosofía que un día decide abandonarlo todo y marcharse a vivir a la ribera del Po, agotado y desesperado por el dogmatismo de los libros.

"Hay más verdad en una caricia que en todas estas páginas", dice a otro personaje en esta obra ciertamente premiosa como todas sus hermosas películas. Es posible que la crisis de pensamiento que hoy tanto nos acucia, pueda plantear situaciones así, pero hasta ahora siempre he encontrado en las páginas de un libro, por muy ofuscados que sean los temas que presente, un refugio que acoge amablemente mi insaciable curiosidad cuando no un remanso que me aleja de una realidad no siempre grata.

En esta realización en la que muchos críticos italianos han encontrado un resumen de toda la vida de Ermanno Olmi como creador cinematográfico, éste se muestra más apasionante en la teoría que en la práctica con respecto a la ética del comportamiento. Sin embargo la morosidad de su relato enturbia un tanto la fuerza visual y dramática de muchas de sus bellas imágenes y muy abundantes y oportunas reflexiones, algunas de índole ecológica, que nunca vienen mal.

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