Fila siete

La crisis que no cesa

Si nadie o casi nadie, se libra de la crisis, el cine español no puede ser una excepción. Además nuestra cinematografía siempre ha estado en crisis. No hace mucho el director Fernando Trueba, en el curso de verano de la Universidad Politécnica de Madrid dedicado a la industria cinematográfica, declaraba: "El cine siempre ha estado en crisis especialmente en España, hasta el punto de que es tópico y aburridísimo hablar de ella. Cuando hice mi primera película Ópera prima, más que por ella me preguntaban por la crisis del cine español. Era el año 1979 y ya soy un hombre cercano a la ancianidad y me siguen preguntando por lo mismo". Y añadía "el reto principal es sobrevivir".

En términos más pesimistas se expresaba otro buen realizador español, Imanol Uribe, que, sin rodeos, en los cursos de verano del El Escorial, afirmaba que el cine en nuestro país atraviesa un momento demoledor, agravado recientemente por la subida del IVA, que supone un incremento del precio de las entradas. El director de Días contados (1994), ganadora de ocho premios Goya, sostenía que "es una situación terrible. Desde que tengo uso de razón cinematográfico siempre hemos estado en crisis, pero a ella se ha unido la crisis general con todas las últimas medidas que se han tomado. Desde luego es el peor momento que he conocido con diferencia".

Efectivamente la recesión económica ha sido implacablemente nociva para muchos sectores y el cine español, siempre arropado con el tutelaje de las subvenciones y en ocasiones, como ahora, nada favorecido por los espectadores de nuestro país, se debate en circunstancias angustiosas. Es penoso que la cultura, y el cine es vehículo de capital importancia en ella, se vea acuciada de manera tan demoledora. Pero si el ciudadano no costea con sus propios medios, pagando en la taquilla, difícilmente se puede sostener medianamente cuando, además, las subvenciones, dadas las circunstancias, se hacen casi imposibles.

Si las salas cinematográficas españolas han perdido en el primer semestre del año un doce por ciento de taquilla con respecto al año pasado, lo que supone un descenso drástico del consumo que afecta también al teatro, a la ópera, a la danza, a los conciertos musicales y en general al mundo del espectáculo, la situación ha empeorado sensiblemente con ese gravamen excesivamente oneroso del precio de las localidades. La grave situación puede suponer el colapso o la desaparición de las que conocemos como industrias creativas.

Por ello Imanol Uribe, ante un futuro incierto en la producción de películas, habla de volver al sistema cooperativo, fórmulas propiciadas por Internet como la financiación colectiva. Un ejemplo inmediato lo acaba de experimentar Paco León con su película Carmina o revienta, que supone un cambio posiblemente trascendental en la exhibición y distribución del cine mediante las propias salas, el VDD y las redes sociales. Innovarse o morir. Veremos los resultados definitivos.

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