tribuna de opinión

'Un cañí legítimo' de don Manuel Siurot

  • Recuerdos de ayer

La óptica de Baldomero se encontraba en La Placeta, subiendo en la acera de la izquierda.

La óptica de Baldomero se encontraba en La Placeta, subiendo en la acera de la izquierda. / imagen de la época

Una de las veces que tuve la suerte de convivir con el maestro de Los Alcores, como era conocido el gran cantaor Antonio Mairena, estábamos cantando por fandangos de Huelva, y me dice: "Aunque no es palo que cante con frecuencia, y me gusta mucho, te voy a cantar un fandango de tu tierra". Dedicado a un buen amigo de Huelva, que dicho sea de paso, como todo lo que cantaba lo hacía muy bien, al haber tenido un buen maestro, como Antonio Rengel, diciendo:

"Si vas a Huelva algún día/ y pasas por La Placeta/ preguntas por Baldomero/ que vende gafas a peseta/ un gitano con salero".

Tan bueno como es todavía se queda corta su bondad si se compara con su gracia...

Mairena me comentó después, las dotes que atesoraba nuestro paisano Baldomero, entendido y buen aficionado flamenco, como buen gitano, excelente persona y de los gitanos más graciosos que había tratado y conocido, intentando a través de amigos de Huelva, de edad más avanzada que un servidor, conseguir datos o señales del citado Baldomero, pasando varios años sin noticias ni datos ningunos.

Un día, hablando con mi amigo Urbano Sánchez, propietario en la actualidad de Óptica Urbano, me comenta que llegó a conocer a Baldomero Campos, y a su negocio enclavado en La Placeta, junto al Bar Puerta del Sol, panadería de Mariano García, abuelo de mi querido y buen aficionado flamenco Manolo Cabezas, es decir donde estuvo siempre la Caja de Ahorros de Huelva, para posteriormente trasladarse a la calle Gravina nº 5, el año 1940 y el 1944, traspasar a don Urbano Sánchez (padre).

Y mira por donde, al cabo de los años, buscando y buscando entre mis escritos, me encuentro un artículo titulado Un cañí legitimo con la firma del ilustre, popular, gran palmerino y onubense, maestro de niños pobres, don Manuel Siurot, publicado sobre los años 1930, que hace referencia al citado Baldomero, al que admira y alaba, a la vez que detalla, lo flamenco que era y la gracia que derrochaba.

Empezaba diciendo: "Yo tengo un amigo, cañí legítimo, que es más bueno que el jamón serrano, porque he de advertir que estos gitanos, cuando salen de la buena veta, le dan tres y raya en bondad al lucero del alba, y no le falta para santo ni un pelo.

Tan bueno como es todavía se queda corta su bondad si se compara con su gracia... Es el hombre más salao de Onuba. Buen mozo, moreno con el pelo como la endrina, tiene siempre una sonrisa de picardía y bondad reunidas.

Es dueño del establecimiento donde se venden gafas, y dice el anuncio de la tienda: «Astigmatismo, Periscópicos, Tóricos y etc.».

... La puerta de la tienda de Baldomero, por las tardes es la tertulia donde se reúnen, gentes aficionadas a reír, con las ocurrencias del hombre del astigmatismo. Van letrados, industriales, periodistas, y etc. y es ella centro de reunión de los onubenses, y los hombres de esa raza, cuyos abuelos no se saben si vinieron de Egipto o de La India, hombres morenos, cenceños inteligentes, nacidos todos en Onuba, que tienen aquí sus familias y bienes y son un portento de carácter, colorido y gracia.

Un libro pudiera escribirse de las cosas que se hablan allí de política, de cante flamenco, de arte taurino, y de baile gitano..." .

Contaré algunas gracias del amigo Baldomero:

"-Don Manué tengo er gusto de decirle a usté¡que ya está el gato en la talega!

-¿Qué gato?

-Er fenómeno de la naturaleza que ha venío ya -er niño Jere- Manuel Torre el amo der cante verda¡La Biblia! D. Manué La Biblia… y lo vamos a ahora mismo en mi casa.

-Encantado Baldomero, y a su casa fueron.

Rofita (refiriéndose a Rafael Rofa) que toca muy bien la guitarra, acompaña al Niño de Jerez, y la tertulia oye con devoción los preparativos melódicos que hace el guitarrero para allanarle el camino a una seguiriya, que está engolando el maestro del cante gitano.

Mientras Rofa prepara la seguiriya, el cantaó, limpia el instrumento de su voz, con toses suaves, carraspeos y escombraduras de más o menos importancia. De pronto, la prima de la guitarra hace un portamento lánguido, lleno de romanticismo y de lágrimas y al cantaó se le cierran los ojos, se le alza la cabeza, se le ensancha el pecho y un uyyyy, largo, lento, lleno de pereza meridional, es anuncio del momento musical, y la tertulia plena de admiración, no respira.

Baldomero mira al techo, se pone rojo, se pone pálido, aprieta los dientes y hace movimientos indicadores que su cuerpo, más que tal, es una jaula, donde fieramente luchan encerrados todos los llamamientos de su raza y toda la poesía de su vida, que vibra como un rayo, excitado por la voz viril y quejumbrosa de aquel gitano, magno cantaor de las tragedias populares, en las que hay celos, amores y desengaños... ¡Allá va el primer verso!

Me asomé a la ventana y me respondió el viento ¡aaaaay! Y me respondió el viento.

Baldomero se mete un dedo en la boca y lo muerde rabiosamente, su emoción refinada para no estorbar al que canta, se resuelve en un deseo irresistible de suprimirse, de hacerse pedazos.

¡Aaaay! a qué vienen esos suspiritos si ya no hay remedio, ¡ya, yayyy! Si ya no hay remedio Baldomero próximo a la cogestión, se da un terrible manotazo en la cara, grita ¡Ay mi madre de mi arma! Y metiéndose furioso las manos por el cuello de la camisa, tira hacia abajo con tanta fuerza, que saltan los botones y ojales del chaleco, de la chaqueta y del camisón.

Usted a oído en toa su vida argo que se le parezca, don Manué ¡una catedra! -tienes razón Baldomero y creo que puede hacerle una comparación -venga esa comparación- y ¡viva España!

-Pues yo creo que ese hombre es el divino calvo del flamenco- y lo dije pensando que agradaría a Baldomero, porque compararlo con Rafael el Gallo, lumbrera del arte taurino y además gitano, debía ser para el hombre del astigmatismo, el colmo de la alabanza.

¡No señó, no señó y no señó! Eso que usté acaba de decir, e una herejía torera y der cante. ¿Herejía? Lo que uste oye señó. Déjese usté de tontería del Divino Carvo, ese gachó que está aquí cantando es el Joselito del cante flamenco, eso es el Joselito.

-Pero chiquillo. ¿Tú crees que Joselito vale más que Rafael? ¿Qué si lo creo? ¡Una jartá más don Manué! Pues mira a mí me ha dicho Guerrita estas palabras, ¡ese carvo es el tío de más salsa taurina que se ha vestío de corto! Y Baldomero con los ojos centelleándoles, me dice gritando: "Será, si seño, ¿pero y las presas don Manué y las pajoleras presas?".

El triunfo de Baldomero sobre mi fue morrocotudo, y la risas de los contertulios hubiesen durado aún si Rofita no hubiera echado al aire la gracia hecha música con la guitarra, tocando por soleá.

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