amy winehouse El fin de la artista y el nacimiento del mito

La bohemia que desapareció en la oscuridad

  • Una joven voz, de alma negra, que resucitó el soul de los setenta · La artista que consiguió impulsar la música británica en el continente americano

Amy Winehouse siempre será aquella abrumadora voz, ubicada en una tímida alma británica, que resucitó el soul de los 70 para invadir un artificial panorama musical de tristes maravillosas canciones que han hecho historia. Un talento marcado por cientos de rumores y desengaños, de una imposible forma de vida que terminó sumergiéndola en la oscuridad.

Tenía la voz de una cantante negra americana, mezcla de jazz, blues, algo de R&B contemporáneo e inclinaciones hip-hop. Compositora de habilidad suprema, músico y artista, acabó 2007 como la cantante más importante del negocio musical. Aún así, la insufrible obsesión de los medios por la vida de este alma de desbordante personalidad conseguía eclipsar su, para siempre, increíble talento. Auténtica y llena de vivencias, cuando Amy irrumpió en el panorama de la música recordaba a una nueva Billie Holiday a dúo con la mismísima Nina Simone, adaptadas ambas a la música contemporánea de la época. Siempre pensó que su voz no tenía nada de particular pero cuando comenzó a mostrarla al público consiguió enamorar al mundo, surgiendo así la figura de una leyenda del soul.

Amy era una niña tímida y frágil, muy unida a su padre, que creció en Southgate entre discos de Sinatra y Carole King. Sus primeros referentes musicales mezclaban el R&B y el rap, quizás por la sinceridad de sus letras, que junto al reggae formaron la base de su álbum debut Frank, donde la artista comenzó a dar sus primeros pasos en esto del desamor con el profundo y personal tema Take the box. Pronto comenzaría a descubrir su verdadera pasión, la música soul, y sin darse cuenta dejaría atrás a la feliz chica que lideraba la portada de Frank para convertirse en un símbolo mediático de la música.

Real, cotidiana e íntima, hasta el sol se enamoró de ella como demostró en uno de sus conciertos, la inmersión en la oscuridad de la voz del soul comenzó cuando una inesperada noche conoció a la negra figura de su ex marido Blake Fielder-Civil en su habitual local de Candem Harley Arms. Se podría decir que Fielder es el culpable tanto de parte del éxito de Amy como de su profunda adicción a las drogas. La atípica relación que ambos mantenían desembocó en una destrozada voz que daría comienzo a la composición de unos inolvidables y profundos autobiográficos temas. Durante la composición de Back to black Amy escuchaba soul y doop-wop y comenzó a reflejar su música en las figuras de Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan.

De allí saldría posiblemente el mejor álbum de la década, al que se definió como una mezcla entre los discos de The Ronettes, de donde proviene su característico peinado, y el soul de los 70 de Donny Hathaway. Las ventas de Back to black se dispararon desde el primer momento y su single de presentación Rehab, un himno pop retro-60 que refleja un comprometido tema de máxima actualidad, lanzó a la artista a lo más alto del mainstream. Este tema, que surgió de una simple broma que Amy realizó a su productor Mark Ronson mientras paseaban por el Soho neoyorkino, refleja el momento en el que la discográfica de la cantante le invitó a entrar en rehabilitación para escapar de los problemas que le rodeaban. Back to black es un álbum maduro, de gran profundidad emocional y escalofriantemente sincero y la que fue elegida como segundo single del álbum, You know I'm no good, versionada por el grupo Artic Monkeys, es posiblemente una de las mejores canciones que se han creado en los últimos años.

Con más de 12 millones de copias vendidas en todo el mundo y cinco premios Grammy, Back To black se convirtió en la producción que crearía la imagen de la voz británica que todos tienen en sus retinas: aquella Amy delgada, insana y repleta de tatuajes que constantemente invadía todos los medios por sus desbordantes excesos. La joven que debutó en el mercado americano en un modesto Joe's Pub ante la atenta mirada de Jay Z Ronson y que consiguió posicionarse como la primera artista británica en colocar un álbum tan alto en la americana Billboard 200, abriendo las puertas a otros artistas como Joss Stone , Katie Melua o Adele, acabó sola, cuestionada y finalmente hundida. Todos tenían esperanzas de que Amy volviera a abrir los ojos y observara el maravilloso y único mundo que tenía a sus pies porque solamente si hubiera escapado de sus males internos el panorama musical seguiría bajo su reinado eternamente.

Solo queda esperar, millones de fans ansían su tercer álbum, necesitan una respuesta al porqué de su muerte, volver a escuchar su vida, mantener vivo al mito y olvidar por momentos su pérdida. El soul se queda viudo con el viaje de Amy, aunque muchos ya ven en la figura de su ahijada Dionne Bromfield, a la que tanto enseñó y cultivó, una inmensa voz de toque Winehouse que sabrá transmitir la esencia de su madrina. So far away de Carole King, su canción favorita, fue la encargada de dar el último adiós a aquel reflejo del soul de los 70. Ella nunca eligió que su vida se cerrara, su enorme fragilidad emocional y constante exposición al mundo le impedían lograr encaminarse hacia la luz, haciéndola despedirse de la humanidad para siempre el pasado mes de julio, dejando una voz solitaria que se negará a desaparecer hasta el fin de los tiempos gritando ese mítico "No, no, no", rebelde y provocador.

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