CRÍTICA 'LA CAMARERA LYNN'

El amor bajo el tacón de aguja

La camarera Lynn. Drama, Alemania, 2014, 90 min. Dirección y guión: Ingo Haeb. Fotografía: Sophie Maintigneux. Música: Jacob Ilja. Intérpretes: Vicky Krieps, Lena Lauzemis, Christian Aumer, Steffen Münster, Christine Schorn.

La camarera Lynn, segundo largo del alemán Ingo Haeb (Sohnemänner), responde a esa estética fría y distanciada de cierto cine centroeuropeo que, protagonizado por personajes solipsistas y con Ulrich Seidl como referente, ha poblado las pantallas festivaleras de una década a esta parte.

El filme narra en planos generalmente fijos y encuadres cerrados el tránsito de una joven camarera de hotel de su aislamiento perturbado a la posibilidad de un cambio a través del amor, tránsito que incluye un catálogo de situaciones más o menos escabrosas, escenas de sexo desapasionado y gélido, espionaje de clientes del hotel bajo la cama, encuentros con una madre castradora, que terminará fertilizando en una relación con una dominátrix redentora.

La camarera Lynn puede verse como un nuevo retrato de soledad urbana y fobia social, aunque el camino de Haeb se decante por una cierta búsqueda de apertura y solución antes que por los habituales callejones sin salida y la mirada algo despreciativa a sus criaturas con los que suelen contentarse los filmes en los que se mira.

Haeb controla el tempo y el misterio preciso de su relato y tampoco se pone demasiado estricto con un método de puesta en escena, mientras que la desconocida Vicky Krieps compone convincentemente a un personaje opaco que consigue poco a poco salir de su cascarón con el apasionamiento justo.

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