Cultura

"El amor nunca ha sido un buen negocio"

Sentarse a conversar con Antonio Gala es un reto al que sólo pueden enfrentarse los mejores espadachines de la palabra. El escritor se pone en guardia y despliega un manejo de la ironía que un joven periodista sólo podría esquivar con el aprendizaje de toda una vida. Es un hombre culto, polémico y tremendamente castigador. Le gusta generar debate, buscarle las cosquillas a su interlocutor y dejar a todos con la sensación de que todavía tienen mucho que aprender. La batalla dialéctica está servida. Lean y disfrútenla.

-Un lector de Gala es un enamorado de Gala. ¿Por qué cree que fascina tanto a sus lectores?

-En principio, porque estoy fascinado por ellos. A mí me parece que nadie seduce si no ha sido previamente seducido. Mi verdadera familia, mi verdadero destino, son los lectores y por eso vivo para ellos. No me extraña que ellos lo olfateen.

-Se dice que, en este país nuestro, cada día se lee menos. Aproveche esta entrevista para animar a los andaluces a invertir su tiempo en la literatura.

-Aquel que tiene los ojos azules no los cambiará por unos de otro color, aunque sepa que resisten mejor a la luz porque, sencillamente, es así. Por el mismo motivo, quien no quiera leer, no lo hará, así que no perderé mi tiempo en arengas.

-La fama y los recursos económicos de un buen mecenas pueden contribuir a que florezcan los genios. ¿Qué le movió a convertirse en mentor de jóvenes creadores?

-Me he sentido sólo desde que era muy joven y hubo una época en la que el Grupo Cántico trató de ayudarme. Pero no me explicaban nada, me sacaban a la calle como yo puedo sacar a mis perrillos para hacer pipí, así que seguía sintiéndome tremendamente perdido. Para evitar que eso le sucediera a las nuevas generaciones, levanté mi propia fundación, inspirándome en las comunidades pitagóricas, donde convivían pintores, músicos y escritores en una fecundación cruzada.

-¿Qué consejo le daría a aquellos que se están iniciando en el noble oficio de ser escritor?

-Desde aquí les invito a que no se desanimen jamás, que se den cuenta de que no es algo que han escogido, sino que ellos han sido elegidos. Escribir es su destino y tienen que cumplirlo, o nunca se sentirán satisfechos.

-A colación del título de su novela, ¿cree usted que es imposible olvidar?

-Todo lo contrario. Yo pienso como Nietzsche: "Sano está quien olvida". Es decir, que el ser humano está apoyado en dos muletas: el olvido y la esperanza. De esta forma la naturaleza nos defiende de ciertas heridas, errores y tropiezos graves.

-El protagonista de esa misma novela manifiesta que "La vida es más firme y más atractiva que la literatura". ¿Apoya usted la sentencia?

-Lo que sucede es que yo no soy ese personaje. Si la vida se puede llamar más atractiva que la literatura, será para alguien que ha llevado una sumamente grata. Basta salir a la calle para darse cuenta de que la existencia de la mayoría no tiene nada de exquisita.

-¿Afirmaría usted que "cualquier tiempo pasado siempre fue mejor"?

-En absoluto. Yo pertenezco a esto. Cuando me dicen que debería haber nacido en la Grecia Clásica o en el Renacimiento, siempre contesto que si hubiese nacido esclavo en Atenas o mediocre en la época de Leonardo, habría muchas fiestas a las que no hubiese sido invitado.

-¿Cuál es la regla de tres para el amor?

-La misma que se emplea en la aritmética: Dos personas se multiplican entre sí y el resultado se divide por la tercera. Es decir que, en realidad, nunca es un buen negocio.

-Entonces. ¿no queda esperanza para los últimos románticos?

-Es que si eres romántico, no puedes serlo con las dos manos, querida.

-Uno de sus grandes amores es Andalucía. ¿Qué le ha regalado?

-Córdoba es un regalo en sí misma. Séneca y Lucano ya se sentían cordobeses cuando ni siquiera eran españoles. Los cordobeses, sin embargo, no me han dado tanto.

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