Crónica taurina

Los aceros mataron los triunfos

  • Adolfo Ramos y Ángel Jiménez, con dos orejas cada uno, y Javier Jiménez, con una, triunfadores de un festejo donde sobresalió el excelente juego de una novillada con el hierro de Manuel Ángel Millares

Ganadería: Seis erales con hierro y divisa del ganadero onubense Manuel Ángel Millares. Bien presentados, con romana y de excelente juego donde ademas de la nobleza destacó la clase de los lidiados en segundo, quinto y sexto lugar Aplaudidos en el arrastre. TOREROS: Luis Olmo (escuela de Baeza. Dos avisos, silencio; Javier Jiménez (escuela de Espartinas). Una oreja; Antonio Jesús Espaliú (escuela de Camas). Dos avisos, silencio; David Galván (escuela de Jerez). Dos avisos, silencio; Adolfo Ramos (escuela de Málaga). Dos orejas; Ángel Jiménez (escuela de Ecija). Dos orejas. Incidencias. Plaza de toros de Aracena. Buena entrada de público, rozando el lleno del tendido. Tarde con temperatura veraniega. Festejo televisado por Canal sur Televisión.

Dejan en conjunto mejor sensación el encierro ganadero de los Millares que el acierto global que los seis aspirantes a toreros dejaron sobre al albero de la plaza serrana. Una vez más, en la cita ganadera había apostado la organización por el buen juego que en otras ocasiones habían dejado sobre el albero los pupilos del ganadero triguereño y la apuesta salió bien porque de los seis castaños que saltaron al ruedo, cuatro de ellos sacan nota alta en su comportamiento y entrega ante los engaños. Los mejores por completos y también porque los lucieron sus respectivos matadores, los que se lidiaron en segundo, quinto y sexto lugar. El quinto además el de más completas hechuras de novillo cuajado y el sexto por la alegría que tuvo en la embestida ante la muleta de un torero como Ángel Jiménez que junto al chaval de Espartinas y el malagueño Adolfo Ramos son de lo mas sobresaliente de una tarde donde el resto de compañeros fallaron estrepitosamente a espadas.

A Luis Olmo le faltó echarle más salero a una labor bastante aseada frente al nobletón eral que abrió plaza con el que logró sus mejores momentos toreando con la diestra.

Quien sí puso toda la carne en el asador para entenderse con el público fue Javier Jiménez. Anda el torerillo de Espartinas bastante resuelto en oficio y maneras y ello se notó en la torería con la que dio los suficientes tiempos muertos al noble eral para recuperar entre serie y serie.

Tuvo calidad en su embestida por el pitón diestro y el pupilo de la casa Espartaco pondría la tarde en disposición de conocer el primer triunfo serio de la tarde.

Después por la derecha llegarían las tandas mas templadas de su actuación que culminaría con una gran estocada.

Antonio Jesús Espaliú no ha sabido acoplarse a la potable embestida del tercero de la tarde. Ayer no terminó de encontrar ni la confianza ni la distancia precisa para lucir las buenas condiciones de un castaño que pareció de mejor condición por el pitón izquierdo.

Detalles sueltos en una faena que no deja especial recuerdo en la tarde y a la que finalmente sobrepasaron los nervios por aquello del poco acierto a la hora de manejar los aceros.

también se esperaba mas del jerezano David Galván sobre todo a la hora de concretar con los aceros. Antes, había dejado el brindis en manos de la Directora General de Juegos y espectáculos, Macarena Bazán, presente ayer en el palco de la plaza serrana.

Faena de más a menos para un torero que comenzó dándole sitio al novillo para después aturrullarlo en la fase final donde faltó el temple.

Bien de verdad estuvo el malagueño Adolfo Ramos. Lo bueno que hizo, que fue bastante, lo remató además frente al eral más cuajado de la tarde. Tanto de capote como además en la muleta, el torero se empleó a fondo en ligarle series muy meritorias de mano baja por los dos pitones, obligando mucho al eral y matando además por arriba de una certera estocada.

Seria el ecijano Ángel Jiménez, quien dejara las mejores sensaciones artísticas de la tarde. Maneja con un regusto especial los engaños, remata con torería las series y tiene un sentido muy practico para encontrar la distancia precisa donde templar los toros. Lo hizo y además mató con prontitud, de una casi entera, al novillo de embestida más alegre de una novillada que debió dejar contento al ganadero quien vio aplaudidos la mayoría de arrastres de sus toros.

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