juan valderrama. músico y periodista

"He aceptado que no se puede ser un billete de 50 euros y gustarle a todos"

  • El artista lleva hoy al Gran Teatro 'Bajo el ala del sombrero' La obra narra la vida de su padre, desconocida a pesar de la popularidad del irrepetible cantaor

"Algunos seres vienen al mundo con el destino marcado, una misión que cumplir. Les llamamos genios. Esta es la historia de un genio al que tuve la oportunidad de conocer muy de cerca. Se llamaba Juan Manuel Valderrama Blanca y nació para cantar". Con estas palabras, extraídas de un breve monólogo, arranca Bajo el ala del sombrero. Se trata del relato de uno de los artistas españoles más importantes del siglo XX contado por su hijo, Juan Valderrama. El espectáculo, que a las 21:00 llega al Gran Teatro, integra música, texto, audiovisual y testimonios del propio Juanito. Un viaje singular en que palabra y cante se entrelazan en una vida digna de ser contada.

-Se cumplen cien años del nacimiento de su padre. ¿Es en este contexto donde surge la idea de armar este espectáculo?

-En vida de él, cuando se publicó su biografía escrita por Antonio Burgos, ya estaba claro que su vida tenía tintes cinematográficos -novelescos- y a mi siempre me había rondado la idea. Pero intenté no ser yo quien la escribiera e interpretara. Estar sin estar, digamos. Busqué actores, dramaturgos y productores pero al final todos llegaban a la misma conclusión: Si no lo haces tú, no puede ser porque ningún actor a los que tienes acceso pueden cantar esto, interpretarlo y narrarlo. Y los dramaturgos con los que trabajé, al ver el texto me decían que lo hiciera yo porque todo estaba hecho. Soy un tío que me doy muy poca importancia. Tengo mucha inseguridad. No pienso que nada de lo que yo haga va a ser algo importante. Pero como todo el mundo llegó a la misma conclusión, pensé que tenían razón. Lo escribí en tres días.

-¿Le resultó sencillo compaginar la escritura con piezas musicales, teatro y audiovisual?

-Tengo formación periodística. Nos enseñan a narrar una historia y al final se trata de contar las cinco W famosas del periodismo. Y el teatro tiene todas las posibilidades hoy en día: la música, que es un ingrediente fundamental; y ahora nos podemos apoyar en proyecciones audiovisuales. No lo veo tan difícil. Es contar algo del mismo modo que a ti te gusta que te cuenten un cuento. Leo mucho, voy al cine y me gusta el teatro. De alguna manera, te nutres de todo eso y cuando conoces tan a fondo la historia y sabes cuáles son los elementos narrativos y los puntos fuertes, los ordenas y escribes.

-Se ha rodeado de grandes profesionales.

-Sí, en todo. En la iluminación, el atrezo, la dirección de escena y la artística. Son premios nacionales de teatro todos. Si tú eres nuevo, como yo lo soy en el teatro, y no te rodeas de gente con experiencia, no vas a ningún lado.

-Siendo hijo del protagonista, ¿cómo ha tomado distancia para que historia tenga credibilidad?

-Yo soy muy crítico y lucho siempre con 'el hijo de'. El hijo de Juanito Valderrama es un tío que me acompaña a todas partes y que siempre llega antes que yo. El hijo de Juanito Valderrama y yo nos llevamos bien pero yo soy yo. Y el hijo de Juanito Valderrama se queda ahí y ahora Juan Antonio se pone a escribir y se sube al escenario. Esa es la técnica que tengo para distanciarme de todo esto. Para dotarlo de credibilidad de cara a la crítica y público, te rodeas de los mejores profesionales posibles. Y hay que ser muy sincero. Este espectáculo no valdría nada si no lo fuera. En la vida de todo artista hay luces y sombras.

-¿Cuáles son las sombras presentes en el espectáculo?

-Hubo sombras en los 80. En la Transición democrática mi padre fue un juguete roto. Su manera de trabajar fue un viaje a ninguna parte: esos teatros portátiles por las ferias para cantar en sitios que no eran de su categoría. Ocurrió en este país con los artistas de la generación anterior, aunque no fueran franquistas, como era el caso de mi padre, que era un tío que ni era de Franco ni nada. Él era hijo de labradores y le pilló la guerra en la zona republicana. Pero era apolítico. Ni iba a cazar con Franco, ni tomaba café con él. Iba a cantarle cuando prácticamente le obligaban. Le decían: es que Doña Carmen ha dicho que vayas tú. Y no te podías escapar. Fue un momento muy duro. Más tarde, en Sevilla, allá por el año 84, y con toda la ilusión del mundo, le hicieron un vacío terrible.

-¿Qué ocurrió?

-Estuvieron 20 años sin llamarle para ir a la Bienal porque le discutían que fuera un cantaor de flamenco. Le echaban en cara que hubiese cantado canciones, como hace ahora Poveda o Mercé. El purismo, el mairenismo le crucificó y le marginó. Eso ocurrió, es cierto. Los señoritos, la posguerra, el alterne... Los artistas eran tratados poco menos que como putas. Lo cuento porque él nunca perdió la dignidad y lo contaba.

-A pesar de su popularidad, su padre es un gran desconocido.

-Eso es. La reacción del público al acabar el espectáculo es esta: "Ay va, este tío era un héroe". Porque detrás de ese hombre del sombrerito hay una historia de lucha, de imponerse a todas las dificultades que la vida le fue poniendo y que fueron muchísimas. Primero, su físico. Después, la guerra y la competencia con los genios de la época: Manolo Caracol, doña Concha Piquer, Lola Flores, Pinto, Marchena. Todos tienen su momento en este espectáculo.

-¿Cómo vivió Juanito Valderrama la Guerra Civil?

-Fue terrible. Cuando estalló estaba en Adra con la Niña de la Puebla. Casi les ametrallan en el autobús. Huyó por la carretera de la costa que bombardearon desde el mar, hasta llegar a Almería. Desde allí tardó un mes en llegar a Madrid, donde pudo poner un telegrama porque le habían dado por desaparecido. Luego, en Jaén, consiguió, gracias a sus amistades, que le destinasen al tribunal médico. Convenció al jefe del tribunal médico de la zona republicana de Jaén para que falseara un informe que le diera por inútil para librase de ir al frente. Ahí te juegas que te fusilen en un consejo de guerra. Él y Pepe Marchena, que ya era un artista encumbrado, organizaron una compañía para el Socorro Rojo. Le cantaban a los soldados en los hospitales de campaña, en el frente, con los obuses pasándoles por encima. Todas estas cosas las cuento porque me parecen interesantes y son de película.

-¿Hay material inédito en el espectáculo?

-Sí. Hay imágenes, las partituras originales de El Emigrante, fotos con mi madre de jovencitos, con Pepe Pinto o Pastora. También cartelería de los años 40 y 50. Me apoyo en imágenes que aparecen y me ayudan a contar la historia.

-Si su padre estuviese hoy en el Gran Teatro viéndole, ¿qué haría?

-Se subiría conmigo y me ayudaría a contarlo. Siempre me he imaginado este espectáculo narrado por mi y cantado por él. Habría sido perfecto, pero no me dio tiempo.

-¿Le ha pesado alguna vez ser su hijo?

-Bueno, el público es sabio y sabe que es muy difícil. Lo que nunca he intentado es suplantar a nadie. Tengo mi propia carrera, mi forma de hacer las cosas y qué duda cabe de que tengo su escuela, pero sí que hay que luchar contra el deseo de que yo sea una repetición. Hay gente que desearía que Juanito Valderrama se reencarnara en mi, y otra gente que detesta que yo me acerque de cualquier manera a Juanito Valderrama. Te mueves entre dos sentimientos.

-¿Eso le condiciona?

-Sí. Soy muy pudoroso y siempre intento acercarme desde el máximo respeto. Ya he aceptado que no se puede ser un billete de 50 euros, que le gusta a todo el mundo. Intento hacer mis cosas, seguir mi camino de una manera digna, pero hay que liberarse. Me importa la opinión del público pero tengo que aprender a ser libre y hacer lo que a mi me apetece y siento porque si no nada tiene sentido.

-Habla de libertad. ¿Su padre se marchó sintiéndose libre?

-Si, fue un gran triunfador y sembró una estela de cariño que ahora me repercute a mi. Él sabía lo que significaba para este país. Puede que institucionalmente no le trataran bien, pero el pueblo le adora.

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