Cultura

¡Vuelven los Cuadri a Zalamea!

  • Un bonito y documentado pregón del zalameño Manuel Jesús Domíguez Zorrero sirvió como pórtico a una feria en la que el retorno de la apreciada divisa onubense levanta gran expectación para esta tarde

Se acabaron los ecos de un pregón sentido y doctoral en torno a Zalamea por parte de un zalameño, Manuel Jesús Domínguez Zorrero. Predicador en esa Plaza Redonda sobre la trilogía de una fiesta que se le vino siempre a la boca con tono zalameño - ¿a fuer de que buscar otra cosa cuando tanto encierra la historia?-. Precedido en la presentación por otro buen periodista onubense, en este caso, Javier García Vaquero, quien también marcara premisas en torno a la importancia de Zalamea como eje de una Fiesta , que lo es, que lo sigue siendo, vital para entender la manifestación popular de Septiembre en esa línea tremenda en lo taurino, por su importancia, que es la unión de la Sierra con el Andévalo.

Gustó, y me gustó, el remate de un pregón que puso sobre el albero las emociones en torno a un pueblo al que seguramente - por zalameño- quiere más el pregonero que quien escribe éstas líneas, a punto de comenzar una feria que se presiente importante. Solamente por eso, por zalameño y por una historia vivida en torno a como contar cosas vividas de sus gentes, de sus sueños de niños toreros y de lugares a los que el tiempo siempre perfila como los escenarios precisos donde recordar la afición al toro, que impregna rotundamente como el perfume del buen aguardiente que aun se 'recría' en Zalamea.

Repito - sin desglosar pregón -, el que quiera saberlos, que los escuche. Que se impregne del espacio de esa Plaza Redonda fortificada de taurinismo, de ambiente de cinco de la tarde, aunque la noche reine ya sobre el cielo de la carpa que cobija al zalameño, hasta que cruje irremediablemente bonita y emocionante la estrofa, cuando hasta las estrellas se alza la voz del cuarteto de cantores, con aquello "desde tu torre te dice que guapas estás…."

Caprichos del destino, a uno se le quedó anclado en el alma, este trozo de pueblo blanco y minero de nuestra Huelva. Noche de pregón donde impenitentemente tanta gente del toro se me viene a la mano y al corazón. Un saludo más. Una feria más y una ilusión más. Valverdeños amigos, sentados en la Plaza Redonda. Peña Palco de ganaderos, con el neófito pregonero y motor de futuro, Domingo Parreño, -gracias a todos por vuestra consideración al reconocer la labor de este periódico-, su padre y un poco más allá -cerca de la música- José Antonio Romero, certero anfitrión en su tierra andevaleña y amigo en la afición al toro, que tanto nos une.

Me gusta, tanto tránsito valverdeño y zalameño por sus respectivas ferias. Huye de la mediocridad del falso puritanismo chabacano de los pueblerinos de cortas miras que por defender solo defienden lo indefendible.

Se me fue la noche escuchando pregón. Y un poco más allá, viendo a Domingo Castilla -merecido sucesor presidencial de Cándido- sentado sobre el escenario, recordando aquella velada donde Zalamea me dejó contarle parte de mis sueños mientras Lázaro y su banda me regalaban dos veces el 'abelmoreno' pasodoble de esa tierra.

Pero esta feria que se viene cuajada de toros y toreros me gusta especialmente porque cierra de nuevo camino entre Comeuñas, la tierra de los Cuadri, y Zalamea. Origen y destino, destino y origen en un tránsito de toros que hace perdurar orígenes de encaste y tardes de feria brillantes sobre el ruedo. Tardes de albero mojado y plaza llena. Tardes donde al conjuro de la divisa tricolor del amarillo oro de laureles conseguidos, la inmaculada señal del respeto de esta casa por el toro en la inmediatez del blanco ondeando al aire de la tarde y la nobleza del morado para aguantar con dignidad tornas duras cuando las cosas no salieron. Todas ellas llenan de ambición ese pensamiento personal de que las cosas tenían que retornar hasta donde la historia reclamaba que volvieran. Como tan de sentido común parecería que la misma historia le hiciera justicia a esos 'diegosgarridos' de los Acosta, cinqueños y extraordinarios sobre el historial de una época espléndida de toros a la que pusieran guinda en un memorable ferial los apretados y encastados morrillos de seis veragüeños 'prietosdelacal''.

Ya lo ven, toda una época llena de vivencias y sentimientos, en torno a Zalamea, su Peña, ahora con Adolfo, antes con 'El Liebre' y Manuel García. Siempre, seguramente, con los que tengan que llegar para que no se apaguen nunca los ecos del toro en el olvido de los inviernos.

Será, quien sabe, por esa nostalgia que se siente hacia lo que uno ama, que con las felicitaciones en la mano, aun encendido el pregón, rescoldo de palabras eruditas en boca de Manuel Jesús, me fui caminando calle abajo hasta encontrarme en la penumbra de la noche la encalada fachada de la plaza. Seria e inmutable en la espera de clarines, miedos y sueños. Altiva y señora, prudente, en el acontecer de que sus gentes la llenen hasta reventar, de oles y cariño. Será por eso de "desde tu torre te dice que guapas estás"… que uno sigue esperando en la temporada que siempre llegue Zalamea.

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