Cultura

Viaje al espacio interior

  • La británica Jane Weaver cambia de registro: aparca el folk y mira hacia el 'cosmic-rock' de los 70, y el resultado es un disco mayúsculo

Sorpresa mayúscula: Jane Weaver (Liverpool, 1972) pasaba hasta la fecha por ser otra voluntariosa integrante del nutrido pelotón de cantautoras folkies británicas con origen en el pop -dicho sea sin ánimo de menospreciar, en ningún caso, discos tan hermosos como Cherlokalate (2007)-, y aunque ya nos había dejado algunas pruebas de su gusto por las escapadas hacia los espacios siderales -las más claras, quizás, en su anterior entrega, The Watchbird Alluminate (2011)- difícilmente podríamos aventurar entonces la inmersión en el space-rock, plena y sin paliativos, que ahora nos propone en The Silver Globe.

Integrante durante su juventud de la banda Kill Laura, pocos años después de la separación del grupo, a mediados de los 90, ya tenía listo un álbum en solitario. El proyecto, dirigido por Rob Gretton -representante de Joy Division y New Order, además de propietario del célebre club mancuniano The Haçienda-, resultó sin embargo abruptamente truncado tras la muerte de éste en 1999. Se resarciría por partida doble: en 2002, con su primer disco firmado con nombre propio, Like An Aspen Leaf; en 2003, con el único largo de la efímera formación Misty Dixon, Iced To Mode.

Para entonces, en plena y justa reivindicación del folk británico de los 60 y primeros 70 -éste último, inevitable y gozosamente contagiado por los efluvios psicodélicos de la época-, nuestra protagonista ya había pasado a formar parte del entramado de sellos discográficos nacidos al amparo de Twisted Nerve Records: Finders Keepers, básicamente centrado en reediciones, y Bird, comisariado por la propia Weaver y, en su mayor parte, consagrado a cantantes folk femeninas.

Con tanto ajetreo, habría que esperar hasta 2005, con Seven Day Smile, para que la vocalista y compositora entrara en una fase de producción más o menos estable. En esa misma estela folkie es donde se enmarcan sus siguientes títulos, con The Fallen By Watchbird (2010) entre los ya mencionados Cherlokalate y The Watchbird Alluminate, amén de algunas piezas para audiovisuales -el cine de ciencia-ficción es una de sus pasiones confesas-. No obstante, y superados ya los 40 -aprovechó bien el tiempo, como atestigua su currículo-, se diría que es justo ahora cuando llega el gran momento de Jane Weaver.

The Silver Globe toma su título de la casi homónima película On The Silver Globe (Na srebrnym globie, 1988), cinta del realizador polaco Andrzej Zulawski, sin duda bien conocido por el sector cinéfilo de lectores de esta página, en la que un reducido grupo de astronautas abandona la Tierra con la intención de crear en otro planeta una civilización más libre. Huelga decir que, tratándose de humanos, el aventurado proyecto termina en fracaso. Pero a diferencia del de aquellos desdichados, el de Jane Weaver parte y atraca en buen puerto (espacial).

Con dos imponentes canciones de apertura hilvanadas tras una breve introducción -Argent, ocho hipnóticos minutos con pulso e impulso motorik por los que se cuela un solo de saxo de Steve Braund, integrante en los 70 del oscuro grupo de cosmic-rock australiano Cybotron; y The Electric Mountain, pieza de psicodelia afilada y cortante con sample de Hawkwind incluido-, The Silver Globe no baja la guardia a lo largo de su decena de títulos, por los que pasean colaboradores tan ilustres como el productor y músico David Holmes, entre otros, y referencias más o menos veladas a Can, Gong, el Caetano Veloso de la era hippy y, en definitiva, una numerosa nómina de influencias igualmente extraterrestres.

Todo ello, componente primordial como espléndido contrapunto al vasto despliegue instrumental, servido con la dulce y poderosa voz de la Weaver como faro y guía a través de las insondables profundidades de nuestro espacio interior.

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