Cultura

Tirando del hilo

  • Désirée Ortega construye en su tesis una completa historia de La Tía Norica, del personaje, de la compañía y de sus obras

Indagar en la historia de algo tan gaditano como La Tía Norica ha resultado apasionante. Désirée Ortega habla, precisamente con apasionamiento, de su investigación y de su principal fruto, la tesis presentada hace ya algunas fechas en la Universidad de Sevilla. De su pulcra y amplia labor investigadora ha surgido una fiel reconstrucción histórica del personaje, de la compañía, de sus obras y de sus titiriteros, lo que convierte a la tesis, titulada Historia crítica y revisada de La Tía Norica de Cádiz, en un instrumento imprescindible para conocer la trayectoria de estos títeres y, también, la historia del teatro de títeres en España.

Varios años ha dedicado esta gaditana, licenciada en Filosofía y Letras, actriz, cantante y especialista en crítica de artes escénicas, a bucear en decenas de archivos y hemerotecas para rescatar cualquier dato relativo a la Tía Norica: el Archivo Municipal de Cádiz, el Provincial, el de la Catedral, el de Diputación, archivos parroquiales y particulares, la Biblioteca Nacional y la hemeroteca de Diario de Cádiz -y otros periódicos como Diario Mercantil y Redactor General- han sido algunas de las fuentes de donde ha surgido el caudal de información que Désirée Ortega ha compilado y ordenado en su amplia tesis de más de 400 páginas.

Las fuentes escritas le han permitido situar en 1815 la existencia de un teatro estable y propio para la compañía, entonces a cargo de Pedro Montenegro (Cádiz, 1778-1857), un artista y carpintero que construyó ese espacio escénico en su casa familiar (calle Compañía, 10; después portal 14 tras la reforma del alcalde Adolfo de Castro).

Ahí ha logrado situar la investigadora el primer teatro estable, y los sucesivos locales, de una compañía que, sin embargo, hunde sus raíces con casi toda probabilidad en los últimos años del floreciente, para Cádiz, siglo XVIII.

La prensa escrita le ha permitido a Désirée Ortega contar con una fuente directa y fidedigna de primer orden. Pero también ha manejado otras fuentes documentales, como los permisos de representación hallados en algunos de los archivos antes citados.

De toda su investigación concluye Désirée Ortega que Pedro Montenegro, quien participó en la defensa de la ciudad frente al asedio napoleónico, fue el creador de este personaje, que pudo derivar en Norica de los nombres de Nora o Eleonora, llamado a ser con el tiempo uno de los más populares de Cádiz. Tuvo este carpintero doce hijos de su matrimonio con Dolores Jalpón, y la investigadora estima que hasta cuatro generaciones de esta misma familia mantuvieron su relación con estos títeres, que también fueron dirigidos en otras épocas por Chaves, Couto, Rivas y Bablé.

La tesis confirma que la compañía de La Tía Norica fue una asidua de la llamada Feria del Frío, fechada entre la Inmaculada del 8 de diciembre y la Candelaria del 2 de febrero, con sus clásicos Autos de Navidad. Pero el repertorio de la compañía ha sido más amplio, pues además de estos autos propios del teatro clásico español representaba sainetes costumbristas, piezas musicales, pasillos cómicos y obras de teatro infantil.

Désirée Ortega ha logrado tirar del hilo de estos títeres de percha gaditana hasta constatar que su existencia y sus representaciones tuvieron una gran continuidad a lo largo de los años, con pocas épocas de interrupción de las representaciones. Y ha logrado, uno de sus objetivos, contextualizar la historia de la compañía con el Cádiz de cada momento, de manera que ha llegado a fijar cómo los grandes avances técnicos, como la luz eléctrica, se fueron incorporando a las funciones. Su trabajo ya ha dado sus primeros frutos, y la investigadora ha participado en un simposio de títeres en San Sebastián.

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