Cultura

Távora trae a 'su' teatro almonteño la 'Carmen' que llevó a Nueva York

  • "Presentarla en un teatro que lleva mi nombre que traspasa mi emotividad" · La única representación que tuvo lugar en la ciudad tras los atentados del 11 S

Carmen, la obra atemporal de Prosper Mérimée, desembarca el próximo viernes en Almonte. Lo hará tras pasar por la revisión creativa de Salvador Távora, quien de la mano de su compañía teatral, La Cuadra de Sevilla, supo insuflar sabor y alma flamenca a la ópera que Bizet estrenó en Paris en 1875.

Tan maño estreno abre la programación escénica de otoño en el municipio condal, cuya presentación corrió a cargo del propio dramaturgo sevillano, el alcalde, José Antonio Domínguez, y la concejala de Cultura, Rocío Villa.

Durante la presentación, Távora se congratuló de poder estrenar una de sus obras más reputadas en un teatro homónimo, algo que dijo, "traspasa mi emotividad". El director teatral recordó que la novela de Mérimée se construye sobre un certero acontecimiento histórico, si bien ofrece una visión sesgada de la leyenda de la mártir gitana. En efecto, apuntó, en sus páginas se realiza un retrato poco halagüeño de los andaluces a los que, a trazo grueso, construye sobre el arquetipo de andaluz maleante, bandolero y pillo, a la par que deja como único reducto de hombre "honrado a Don José y su novia, ambos de origen navarro". De aquella novela bebería la ópera de Bizet, si bien Tavora, con el tino de un cirujano, logra extirpar estos tópicos y perjuicios para, sin prostituir el rigor histórico, dignificar a las cigarreras de Triana, a las que muestra como heroínas sociales en su lucha por las libertades en un país, España, que venía de verse sojuzgada por fuerzas gabachas.

El propio autor reconoció en Almonte que en la adaptación se vio claramente influenciado por la historia de su bisabuela Carmen. "Recuerdo que cuando alguien en una familia sufría el tifus, los parientes sanos nos llevaban a casa de familiares para evitar el contagio", hecho que motivo su traslado hasta el hogar de esta pariente, con quien compartió residencia durante un año. "Ella me contaba que las cigarreras fueron el primer colectivo europeo que luchó por la libertad en el amor y en el trabajo. Ella no entendía que se diese en la ópera una imagen tan frívola" de su gremio. De aquella herencia viva de historia, el dramaturgo asegura que adquirió un compromiso de devolver esa dignidad a las cigarreras sevillanas. No obstante y a pesar de esta licencia, la obra sigue fiel a los dictados históricos de la primera mitad del siglo XIX.

Távora recordó que cuando se estrenó la obra en Nueva York, justo un día más tarde de caer las Torres Gemelas, "el alcalde de la ciudad estadounidense nos pidió expresamente que no cancelásemos el estreno que, al final, fue de puertas abiertas. Fue, tras ese instante, cuando sentí que había homenajeado a mi bisabuela".

Pero no es éste el único matiz diferenciador que hayamos entre la ópera francesa y la del director teatral sevillano. Su puesta en escena se ve sazonada por la música de bandas de cornetas y tambores de las Tres Caídas, en cuyo escenario también irrumpe el caballo para rematar el conjunto y subrayar nuestras raíces ecuestres. El empresario sevillano concluyó sentenciando que vivir la obra en primera persona es esencial para entender y contextualizar lo que se pretende narrar pues, si se peca de pretenciosidad y se escribe en demasía, ese arte "se transforma en escritura y narrativa. Lo importante es verlo, porque cada uno lo interpreta de una forma distinta", apostilló.

El alcalde se deshizo en elogios hacia al dramaturgo, recalcando que la lengua de nuestra tierra es el Flamenco, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, un logro del que tienen buena culpa personajes como "Salvador, y su labor incansable".

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