Cultura

Sombras de sospecha

Multicines La Dehesa Islantilla, CineBox Aqualon Puerto Huelva y Al Andalus Puntas Umbría.- Producción: España, 2010.- Duración: 111 minutos.- Dirección: Guillem Morales.- Guión: Guillem Morales y Oriol Paulo.- Fotografía: Óscar Faura.- Música: Fernando Velázquez.- Montaje: Joan Manel Vilaseca.- Intérpretes: Belén Rueda, Lluis Homar, Julia Gutiérrez Caba, Pablo Derqui, Clara Segura, Francesc Orella, Joan Dalmau, Andre Hermosa

Uno se pregunta como con un guión tan endeble como el que han escrito para esta película el propio director, Guillem Morales, y Oriol Paulo, ha podido sostener una historia en principio interesante y llena de esa intriga que apasiona al espectador y lo mete de lleno en el film. Pero hay una mano que se hace presencia bastante efectiva y propicia, la del productor Emilio del Toro, que le proporciona ese halo de misterio gótico y esa calidad técnica y estética que favorece el trabajo del realizador de El habitante incierto (2005), que tanto nos hizo confiar en su día en Guillem Morales.

Julia, la protagonista de esta película, llega con su esposo el psicólogo, Isaac, a casa de su hermana gemela, Sara, que se ha suicidado. Se ha ahorcado, aunque extrañas circunstancias han rodeado el suceso. Ella se niega a creerlo así y decide investigar por su cuenta. Su marido, Isaac, la apoya por amor, pero no percibe la amenaza que se cierne sobre ella. A medida que Julia va descubriendo aspectos del pasado de su hermana que ella no conocía, su enfermedad de la vista se agrava y su ceguera se acrecienta. El terror que siente por perder la vista se une a una presencia fantasmagórica que sólo ella intuye.

Guillem Morales se ha inspirado claramente en los maestros del cine de intriga o de suspense como suele decirse. Hay, para mí, algo que apreciarán los más expertos en cinematografía: una referencia a Sola en la oscuridad (1967), de Terence Young con Audrey Hepburn, si quiera sea en sus aspectos ambientales y de incertidumbre, aunque el clima de Los ojos de Julia, sea tal vez menos intenso por las fluctuaciones de ritmo en la narración y en el transcurso de los acontecimientos que es distinto.

Con más o menos relaciones con títulos del género donde se mezclan intriga y terror, aderezado con todos los lugares comunes y señas de identidad de esta especialidad cinematográfica, con detalles inevitablemente previsibles, hay hasta un guiño buñueliano, cuando en lugar de una cuchilla de afeitar que raja el globo de un ojo, aquí es la aguja de una jeringuilla la que lo pincha, debemos reconocer que el director, Guillem Morales, trata de superar, y muchas veces lo consigue, las deficiencias argumentales y las limitaciones del guión. Frente a ellas hay una evidente calidad visual que salva los muebles.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios