Crítica de Cinefilasiete

¡Oh, la burocracia!

'yo, daniel blake'HHHHH

La Dehesa Islantilla y Multicines Al Andalus Punta Umbría.- Producción: Reino Unido, Bélgica y Francia, 2016.- T.O: 'I, Daniel Blake'.- Duración: 100 minutos.- Dirección: Ken Loach.- Guión: Paul Laverty.- Fotografía: Robbie Ryan.- Música: George Fenton.- Montaje: Jonathan Morris.- Intérpretes: Dave Johns, Hailey Squires, Natalie Ann Jamieson, Dave Johns, Micky McGregor, Colin Coombs, Bryn Jones, Mick Laffey, Dylan McKiernan, John Summer, Briana Shann, Rob Kirtley

Una vez más Kean Loach lograba con este film la Palma de Oro a la Mejor Película en el último Festival de Cannes como diez años antes lo había conseguido con una de sus realizaciones más emblemáticas y que han definido peculiarmente su filmografía, El viento que agita la cebada (2006). Pero Yo, Daniel Blake también logró el Premio del Público en el Festival de San Sebastián y el mismo galardón en el Certamen de Locarno, además de cuatro nominaciones para los Premios del Cine Europeo y cinco para el British Independent Film Adwards. Vuelve así el realizador británico al compromiso que ha caracterizado lo más fundamental de su obra. Lo que le ha llevado a ostentar un puesto destacado en la cinematografía europea de la última década.

Volviendo a ese drama social, en éste su protagonista es Daniel Blake, un carpintero inglés de 59 años al que su médico prescribe dejar el trabajo por la dolencia cardíaca que padece. A pesar de ello la Administración le conmina a buscarse un empleo si quiere eludir una sanción y beneficiarse de una ayuda por enfermedad. En sus reclamaciones, en su gestión burocrática, tropezará con interminables complicaciones, incluso tendrá que aprender a manejar un ordenador. Él, que, como carpintero, no sabe nada de ello. En una de sus frecuentes visitas a la oficina de empleo, job center, Daniel conoce a Katie, una madre joven, soltera y con dos niños que ha tenido que irse a vivir a 450 kilómetros de donde reside para evitar ser enviada a un lugar de acogida. Ambos se verán envueltos en una ominosa maraña de complejidades administrativas realmente desesperantes e incomprensibles. En su lucha Daniel y Katie estarán juntos. Él no cejará en su empeño ya que como sostiene: "Si no te respetas a ti mismo, mejor dejarlo".

Una vez más Ken Loach mantiene su compromiso y la firme coherencia con su trayectoria en una temática social y política inconfundible, en este caso contra esa maquinaria intrincada, inextricable y escandalosa -actualmente habitual en Gran Bretaña-, que como aquí en las prestaciones sociales, se repite en tantas y tantas gestiones burocráticas que a diario se multiplican en cualquier oficina de empleo. La denuncia en manos del realizador británico se formula con coherencia, claridad y valentía en el planteamiento de las situaciones, en la pulsión tensa de sus reivindicaciones a través del retrato fiel y desnudo de los acontecimientos. Las secuencias en las oficinas de colocación son bastante expresivas sobre el clima en el que se desenvuelve toda la acción denunciadora de la película.

Si bien el argumentario social y laboral del realizador se repite y puede resultar previsible, ello no menoscaba en absoluto el poderoso impacto visual y temático de la odisea personal de los protagonistas. Es más: recobra los elementos más valiosos y específicamente plausibles de su trayectoria cinematográfica, incluyendo ciertas tensiones que puedan recurrir excesivamente a lo emocional o lo sentimental. Como suele ocurrir en sus películas cuenta con una interpretación magistral, sobre todo por los protagonistas, Dave Johns y Hayley Squires, que imprime mayor fuerza y convicción a la denuncia de Ken Loach.

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