Crítica de Cine

Nuevos tiempos, viejos chistes

La comedia francesa popular sigue hurgando en el eterno roce intercultural como territorio para expiar culpas y miedos sociales a través del estereotipo y la caricatura como mecanismos para espantar la autocrítica sobre el sesgo racista y xenófobo de sus espectadores potenciales. En la estela de éxitos como Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?, esta ¡Cásate conmigo!, por favor prolonga el idilio con la taquilla de sus artífices, Tarek Boudali y Philippe Lacheau (Babysitting, Alibi.com), a costa de la inmigración, el vecindario, el buen árabe y las diferencias culturales, a lo que se suma ahora la homosexualidad con pluma como nuevo elemento para la farsa y el enredo entre dos compadres (no crean, los hay en todos lados) que deciden casarse para que uno de ellos obtenga los papeles de residencia y el permiso de trabajo que le permita triunfar, agradar a la familia marroquí y conquistar a la chica blanca.

¡Cásate conmigo! toma velocidad de crucero sobre su propio esquematismo de vodevil, asume un cierto sentido del gag físico heredero del cine de los Farrelly (a costa de un pobre perro apaleado) y se enreda en una trama de excesos, malentendidos y mascaradas en busca de una cierta catarsis cómico-didáctica sobre la integración y la tolerancia que, a la postre, sigue explotando el viejo chiste racista y homófobo de toda la vida.

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