Cultura

Música para el alma

  • Mañana martes, en el Gran Teatro, Roberto Álvarez, un joven onubense estudiante de Secundaria y autista, presenta su primer disco, 'Gracias'

Roberto Álvarez, un chico autista de Huelva, graba un disco revolucionario. Lo presentará el próximo martes en el Gran Teatro.

Hace algo menos de un año, llamaban a la puerta de mi clase en el IES Alto Conquero. El profesor de Música de un chico muy especial que teníamos en el centro se asomaba a compartir conmigo su trabajo y experiencia. Resultó que era un buen amigo al que hacía tiempo que no veía, con lo que la alegría fue doble. David Núñez contagiaba sus emociones tan sólo con la mirada.

Él me contó el sorprendente talento de Roberto, un chico con autismo al que la música hace feliz como ninguna otra cosa en el mundo. Y que le había compuesto un par de canciones; canciones sin ánimo de nada, sólo para que Roberto las disfrutara cantándolas en sus clases y en alguna audición.

También me expuso que le encantaría escuchar esos temas arreglados, con más instrumentos que su piano desnudo, a lo que enseguida le contesté que me pasara los temas por email, que en cuanto acabará con el jaleo de la gira de presentación de Ocho Vientos me pondría a darles forma.

A principios del mes de octubre, una de las primeras mañanas soleadas del otoño, David se acercaba a escuchar las primeras maquetaciones que acababa de realizar del encargo. Sorprendido con el resultado, me preguntó si todo esto se podría materializar en un trabajo discográfico, no con la idea de promocionar su música y mucho menos a Roberto, sino para dejar constancia de que el arte puede vincularse a la personalidad tan excepcional de una persona con autismo.

En ese momento, comencé a creer en el proyecto. Lo que jamás imaginé fue toda la revelación posterior que viviría con esta experiencia. Las canciones fluían en mi cabeza con un afecto que jamás había sentido, ni percibido siquiera. En unos pocos meses de trabajo, y sin contar a nadie mi pequeño secreto, los temas estaban listos para que Roberto viniera a cantarlos. Lo de ser un pequeño misterio fue porque tenía la necesidad, no sé muy bien por qué, de contentarme de manera personal, de que era como un regalo que la vida había colocado en mi alocado camino.

Aquel día que Roberto apareció en el estudio lo recordaré mientras viva. Y el momento en el que entonó la primera de las notas, cuando comenzaron a sonar los primeros acordes de su canción Siento, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo hasta dejarme completamente en shock. "Con siete años no hablaba, y ahora lo veo ahí, cantando…", me decía entre lágrimas Sofía, su encantadora madre.

Hace un par de semanas conversaba en un encuentro casual con mi buen amigo Juan Cobos Wilkins y le confesaba lo que había comprendido con esta experiencia tan increíble, asegurándome él la fortuna tan enorme que había recibido. La realidad es que en tantos años de conciertos, giras, grabaciones y demás actividades musicales, jamás de los jamases podría haber imaginado vivir la música de manera más cercana y pura. De esa forma que me ha hecho cambiar fundamentalmente sobre mi concepción del Arte y de la Música.

Gracias es el título genérico del disco de Roberto, pero dentro de ese agradecimiento estamos todos aquellos a los que él ha hecho ser felices, mejores personas y mejores músicos. Gracias Roberto, inmensas gracias. Por existir, por estar y por hacer de la música tu instrumento más precioso de expresión. ¡Menuda fortuna!

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