Cultura

Muere Miguel Picazo, director de 'La tía Tula'

  • Puntal del 'Nuevo Cine Español', el jiennense también trabajó para TVE

Los jiennenses no podemos presumir de tener muchos cineastas importantes, pero por lo menos tenemos, teníamos, a Miguel Picazo, que dirigió la que sin duda es una de las mejores películas del cine español, La tía Tula (1964).

Picazo ha muerto a los 89 años en su Cazorla natal, a donde había regresado hace unos años después de pasar la dura travesía de Madrid, lejos ya de las cámaras y los platós donde pudo trabajar a salto de mata desde que saliera de la Escuela Oficial de Cine en 1960 y plantara, adaptando a Unamuno, uno de los pilares más sólidos de aquel Nuevo Cine Español que se inventaron Fraga, García Escudero y los conversadores de Salamanca para dar apariencia de modernidad a un cine apolillado y desconectado del exterior.

A pesar de los logros estéticos y el éxito de aquella primera película (con la que ganó el premio al mejor director en San Sebastián con un jurado presidido por Nicholas Ray), Picazo fue el cineasta que corrió peor suerte de su promoción (Patino, Saura, Camus, Summers, Regueiro), tal vez, como el mismo decía, porque nunca supo vender bien sus proyectos a los productores (ahí están, recuperados del cajón, los guiones de Jimena o Los hijos de Alvargonzález) o porque nunca dio su brazo a torcer respecto a las exigencias de la censura, que no vio nunca con buenos ojos el tratamiento de la represión sexual que caracteriza buena parte de su cine.

Así, su filmografía es escueta y espaciada (Oscuros sueños de agosto en 1967, El hombre que supo amar en 1977, Los claros motivos del deseo en 1977 y Extramuros ya en 1985 bajo el amparo de la Ley Miró y adaptando la novela de su viejo compañero Jesús Fernández Santos), y el sustento hubo de venir de la televisión, donde también firmó dignísimos trabajos dramáticos para series como Crónicas de un pueblo, Cuentos y leyendas, Hora once, Novela o Los libros, o de la docencia. Precisamente los espectadores más jóvenes lo recordarán como el honorable profesor Figueroa de Tesis, de Aménabar, en una faceta, la de actor (El espíritu de la colmena, Remando al viento), que tal vez tuvo más que ver con su físico wellesiano que con sus dotes interpretativas.

A la vejez, en Cazorla, Picazo fue reconocido en su justa valía por sus paisanos, sus colegas de profesión (Goya de Honor en 1996) y las instituciones andaluzas (fue reconocido en 2014 con la Medalla de Oro de Andalucía), aunque tal vez sólo fuera por aquella Tía Tula que enseñó a los españoles y también al mundo que el aire de represión del franquismo era ciertamente irrespirable y podía contarse en un lenguaje cinematográfico de su tiempo.

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