Cultura

Momentos estelares

Es evidente que el estreno de una película de Woody Allen no puede pasar desapercibida. Todo lo contrario. Por eso Conocerás al hombre de tus sueños, ahora en cartel, ha sido todo un acontecimiento que, además, nos vuelve a poner en primer plano la importancia del star system. Es decir que la gran estrella en la cabecera del reparto vende y favorece la estimación del film entre el público de manera más que apreciable. En este caso y como viene siendo habitual en las últimas producciones dirigidas por el realizador neoyorkino, no es una la estrella, ni dos. En esta ocasión tenemos nada menos que Antonio Banderas, Naomi Watts, Anthony Hopkins y Josh Brolin como protagonistas de esta nueva comedia del genial creador de Zelig (1983), una película de culto para adoradores del cine de Woody Allen, que a mí, por cierto, me encanta.

Curiosamente a estas grandes figuras del cine de todo el mundo les interesa enormemente, les apasiona interpretar una película de Woody Allen, como destacábamos en nuestra crítica de Conocerás al hombre de tus sueños, publicada en esta sección el pasado viernes.

La notable presencia en el cast de estos actores y actrices ha contribuido a popularizar sus películas, es decir que un público al que no llamaban la atención los films de Allen, haya sentido un mayor interés por su cine e incluso que los medios informativos, no sólo las publicaciones especializadas, hayan destacado la presencia en la cartelera de títulos por él dirigidos.

Pero esto es lo anecdótico y aquí nos interesa mucho más el siempre controvertido contenido de la película que hoy nos ocupa y de su cinematografía en general. Y he escrito controvertido porque últimamente muchos de esos admiradores de Woody Allen, vienen repitiendo insistentemente que en sus últimas realizaciones no sólo se repite sino que realiza obras menores en una filmografía cuajada de títulos de genialidad sobresaliente. ¡Ya quisieran muchos directores contar en su haber con películas como la que hoy motiva esta crítica!

Muchas veces dijimos ante opiniones tan recurrentes que en sus films más débiles, pudiéramos decir, calificados tan fácilmente como menores, hay esos pasajes estelares, que brillan como fulgores de su indiscutible talento como realizador. Guiños inteligentes que localizan eso tan habitual en nuestros días como es la trasgresión moral, la falta de escrúpulos, la corrupción en tantas facetas indeseables y el remordimiento tardío en muchos casos o la piedad peligrosa de los que justifican el mal o miran para otro lado. En su mordaz contemplación de la sociedad actual, con una aparente superficialidad, Woody Allen mantiene su ineludible e inseparable visión peculiar del mundo, su crítica, su narración ácida, incisiva y sentimental a la vez, con su inconfundible estilo de comedia, en el curso de un relato donde su suceden los giros brillantes a los que nos tiene acostumbrados en esos momentos, que llamamos, e insisto, estelares, tan abundantes en su brillante y genial filmografía.

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