Cultura

El Louvre acoge la primera retrospectiva de Delacroix en medio siglo

  • Hasta el 23 de julio, la pinacoteca parisina recorre más de cuatro décadas de su carrera

'La libertad guiando al pueblo', icono de la producción de Delacroix.

'La libertad guiando al pueblo', icono de la producción de Delacroix.

Aupado a la posteridad por el lienzo La Libertad guiando al pueblo, la gran retrospectiva que el Louvre dedica a Eugène Delacroix, presentada ayer, ahonda en la prolífica carrera del artista francés para demostrar que tuvo muchas y variadas fuentes de inspiración. Ese óleo de 1830 que homenajea a los insurrectos de París, en el que por primera y única vez el pintor se acercó a la actualidad más ardiente, es excepcional pero no representativo de su trayectoria, explica uno de los comisarios de la muestra, Côme Fabre. El gobierno burgués de la época, de hecho, encontró su composición demasiado "vehemente" y la envió pronto a la bodega de la famosa pinacoteca de París, donde no se convirtió en un icono hasta la Tercera República, cuarenta años más tarde.

Con esta gran retrospectiva a Delacroix (1798-1863), la primera desde la presentada en 1963 por el centenario de su muerte, el Louvre ofrece una visión completa de sus más de cuatro décadas de carrera, que supera a las muestras temáticas pensadas hasta ahora.

En la muestra pueden verse cuadros, bocetos y cartas del prolífico artista galo

El ansia de gloria y novedad de su primer decenio profesional, en el que ejecutó la mayor parte de las obras que le dieron la fama y destacó en los sucesivos Salones de París, antecede a su gusto por la pintura decorativa y los grandes murales de 1835 a 1855, y a los paisajes y la revisión de su propia iconografía de sus últimos años.

Los 180 trabajos mostrados, que incluyen Femmes d'Alger dans leur appartement o Jeune orpheline au cimetière, buscan, según otro de los comisarios, Sébastien Allard, "entender las tensiones existentes en el seno de su producción".

Aunque el poeta y ensayista Charles Baudelaire le definió como el máximo representante del Romanticismo, a Delacroix pareció guiarle en verdad una búsqueda constante de originalidad, con la que fue reinventándose conforme avanzaba en edad.

Esa tendencia no siempre encontró el respaldo de la crítica: el rechazo unánime a La Mort de Sardanapale (1827), según recuerda el Louvre, le adentró en una época de duda en la que se interrogó sobre los excesos de su virtuosismo. Esos excesos no le hicieron dar la espalda a categorías pictóricas consideradas menores como el paisaje, el retrato, los bodegones o las escenas animales, algunas veces combinadas entre ellas, como en Jeune tigre jouant avec sa mère.

De Delacroix, nacido en Charenton-Saint-Maurice, en las afueras de París, en el seno de una familia diplomática, se destaca además la paradoja de haber emprendido sin un espíritu viajero grandes viajes que dejaron una impronta en su obra. Así, el que efectuó entre enero y julio de 1832 a Marruecos, Sevilla y Argelia como acompañante del conde de Mornay, sin un proyecto artístico definido pero con la intención de renovar su inspiración, tiene entre sus frutos a Femmes d'Alger dans leur appartement.

Cuadernos de esos desplazamientos y extractos de sus diarios y correspondencia pueden verse también en otras salas, ejemplo de la amistad que mantuvo con Chopin y otros virtuosos de la época, quien para los comisarios fue "probablemente el artista que más escribió". Aunque su gran pintura decorativa para edificios como el Senado o la Asamblea Nacional no han encontrado espacio en el Louvre, el museo expone algunos bocetos como muestra de la época en que dejó de tener como objetivo la venta de cuadros a los museos y se trasladó a los murales. La simplificación extrema de los volúmenes, hechos para ser vistos desde lejos, exhibe una nueva cara del polifacético artista, que en sus últimos años se refugió en su propio imaginario, con Ovide chez les Scythes como una de sus obras maestras.

A la exposición del Louvre, que se clausurará el 23 de julio, suma sus fuerzas la que desde el 11 de abril y también hasta julio le dedica el Museo Nacional Eugène Delacroix, dedicada por primera vez a sus pinturas en la capilla de los Santos Ángeles en la iglesia de Saint Sulpice de París.

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