Cultura

Israel Galván en los campos de exterminio

  • El bailaor estrenó ayer en Madrid 'Lo Real', su mirada al Holocausto gitano · Isabel Bayón y Belén Maya se suben con él al escenario

Abstracta. Hipnótica. Bella. Desconcertante. Son éstos algunos de los adjetivos con los que el público que asistió el lunes al ensayo general de Lo Real concretó sus primeras impresiones. Porque el nuevo trabajo de Israel Galván (Sevilla, 1973), que hoy tiene su estreno absoluto en Madrid, "no es propiamente una obra con argumento". Suceden muchas cosas y, por lo general, a la vez. Es una pieza de dos horas de duración llena de interrogantes sin respuesta. O de preguntas que llevará tiempo contestar. El coreógrafo, que aquí cede parte del protagonismo a dos excepcionales colaboradoras, dos de las mejores intérpretes de su generación, Isabel Bayón y Belén Maya, parece decidido a escribir una página imborrable en la historia del baile español. En ese terreno propio entre el flamenco y la danza contemporánea que sólo a él le pertenece como una corona, Galván regresa a uno de sus temas obsesivos, la muerte, para mirar al exterminio gitano durante el nazismo y aliar opuestos guiado por "la fascinación horrorosa de bailar lo imposible", según declaró en la presentación del proyecto, un encargo del Teatro Real y su director Gerard Mortier.

"De los cadáveres crecen flores". Este verso del himno Hitler in my heart que Antony and The Johnsons compusieron a ritmo de fandango apuntala una propuesta donde los sonidos grabados o en directo (con muchos metales y hasta un piano viejo al que se le sacan las cuerdas) y los cantes de Tomás de Perrate y David Lagos van dibujando el paisaje desolado en el que se mueven los intérpretes. Perrate y su grupo Sistema Tango ponen también voz al tango de Eduardo Bianco Plegaria. "Lo habían popularizado las bandas de violinistas gitanos y da lugar a ese poema de Celan sobre los campos de concentración donde se dice que la muerte es un maestro venido de Alemania", explicaba a este medio el cantaor de Utrera.

La guitarra de Chicuelo, el piano de Alejandro Rojas-Marcos, el violín de Eloísa Cantón, los jaleos y compás de Bobote, Emilio Caracafé y Uchi, el saxo de Juan M. Jiménez y la percusión de Antonio Moreno enriquecen el elenco de Lo Real, que tras las ocho funciones madrileñas (hasta el día 22), viajará a Alemania, Francia y Holanda. Para el estreno en Sevilla habrá que esperar al 6 de abril, cuando se ha programado una única representación en el Maestranza.

El primer montaje de Israel Galván en el Teatro Real, al que agradece la "libertad absoluta" con la que ha trabajado, es el resultado de dos años de investigaciones estéticas guiadas por el director artístico Pedro G. Romero. El cabaret alemán, el arte degenerado que inspira la versión por tonás que realiza Perrate de Karawane -el poema dadaísta de Hugo Ball-, Leni Riefestahl, bailarinas desnudas ante oficiales de la Gestapo, suicidios... son otros fotogramas de un retablo con dirección escénica de Txiki Berraondo que muestra a las víctimas y a los verdugos. Una obra dura pero que es también un canto a la creación y la vida, donde no falta hasta un anuncio de lejía, y que rinde un emotivo homenaje al que fuera mentor de Galván, Mario Maya, cuya imagen filmada por el director francés Tony Gatlif en su cinta Canta Gitano sobrevuela esta apocalíptica tormenta creativa.

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