Crítica de Cine

Intrigas palaciegas

'la corona partida'

Cines Aqualon Puerto Huelva y Multicines Al Andalus Punta Umbría.- Producción: España, 2015.- T.O.: 'La corona partida'.- Duración: 113 minutos.- Dirección: Jordi Frades.- Guión: José Luis Martín.- Fotografía: Ramón Lorda.- Música: Federico Jusid.- Dirección artística: Marcelo Pacheco.- Intérpretes: Rodolfo Sancho, Irene Escolar, Eusebio Poncela, Úrsula Corbero, José Coronado, Fernando Cayo, Fernando Guillén Cuervo, Silvia Alonso, Ramón Madaula, Pedro Mari Sánchez, Michelle Jenner, Ramón Barea

Fue el gran director italiano Federico Fellini quien dijo que el cine español tenía en su espléndida literatura el mejor motivo de inspiración. Creo que es fácil pensar que su historia tan pródiga en acontecimientos de transcendencia universal, en momentos estelares de la humanidad y de hazañas imperiales, entre otros sucesos de diversa índole, puede inspirar las películas más ambiciosas. Una época tan decisiva como fue la de los Reyes Católicos y sus descendientes, que entrañaría uno de los grandes poderes de uno de los imperios más extensos de todos los tiempos, se evocaba en Isabel (2012-2014), todo un hito en los anales televisivos españoles. Con igual rigor y brillantez aunque no con el mismo éxito, le siguió Carlos: Rey emperador (2015-2016).

Entre ambas series y como nexo de continuidad se inscribe la película que hoy nos ocupa que, como en estos casos tiene una intención didáctica pero también la del relato de intrigas palaciegas, otro juego de tronos, que vivió la fugaz regencia de Juana, tercera hija de Isabel y Fernando, heredera de la corona de Castilla. La película empieza situándonos en Madrigalejo, en 1516 cuando el que fuera regente, Cardenal Cisneros, relata al infante Fernando, cuarto hijo de Juana y Felipe de Habsburgo, justo al lado de la estancia donde agoniza su abuelo, los controvertidos acontecimientos que tras la muerte de su abuela Isabel se han producido en la corte por la sucesión. La joven infanta cuyo estado mental no parecía muy equilibrado, se verá postergada por las pretensiones sucesorias de su propio esposo y de su padre, Fernando, que se disputan la regencia de Castilla, hasta la mayoría de edad de su primogénito Carlos, que aquí aparece como adolescente.

Es obvio que en esta película como en la serie anterior y posterior, prevalece la magnificencia visual en muchos casos por encima de la sencilla o austera estética de la época y del propio rigor histórico, sensibilizando intencionadamente los aspectos más oscuros, morbosos, turbulentos y críticos del régimen monárquico, como suele ser habitual en films y series sobre familias reales de cualquier dinastía, españolas y extranjeras. Sobre todo en las producciones estadounidenses tan dadas a fantasear y manipular la historia. Un poco o un mucho de ese espíritu corrosivo y oscuro del tan manido Juego detronos.

En la realización que hoy consideramos junto a un sentimentalismo a veces sobredimensionado, se acentúan las intrigas cortesanas y otras tramas en la lucha por el trono en donde están dispuestos a llegar "hasta donde sea necesario", como dice el rey Fernando. En esa visión un tanto tenebrosa, donde abundan los planos oscuros, tan frecuentes es el cine actual en este tipo de historias, hay una fotografía algo desigual entre interiores y exteriores. En todo ello destaca la puesta en escena muy cuidada en muchos pasajes en un buen trabajo de la dirección artística así como el vestuario acorde con su empaque escénico que destacábamos al principio. En muchos momentos decae el ritmo narrativo, recreándose excesivamente con una sucesión de primeros planos muy repetitiva.

En suma drama histórico como en los viejos tiempos de nuestro cine pero sin su empalagoso artificio escénico y con una interpretación que en los actores más veteranos resulta más convincente si bien entre los jóvenes es digna de mención la gran actuación de Irene Escolar, encarnando a la reina Juana. También añadiría la de Rodolfo Sancho. En la dirección de Jordi Frades pesa demasiado su oficio televisivo. El cine es otra cosa.

Lástima que la magnífica música de Federico Jusid, resulte tan insistente.

Quiroga

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