Cultura

Intriga política

Entre los géneros cinematográficos el cine político no se ha prodigado mucho aunque ha tenido ejemplos magníficos y realizadores que lo han desarrollado con brillantez y dignidad. Es difícil y comprometido. Con todas las controversias que planteara en su día el realizador greco-francés Konstantin Costa-Gavras, es para mí uno de los directores más notables en este sentido y entre los títulos sobresalientes de su filmografía guardo el mejor recuerdo para Estado de sitio (1972), una película sobre los tupamaros, movimiento surgido en los primeros años 60 cuando varios grupos de la izquierda uruguaya subvirtieron la política del país y emprendieron la lucha armada. Tiene algún título más de esta especialidad pero éste me parece el más sobresaliente.

Sobre la causa judía y las vicisitudes del Estado israelí a lo largo de los tiempos hay también una considerable filmografía y hace algunos años Steven Spielberg nos sorprendía con Munich (2005), que se instituía como una especie de thriller político, devolviéndonos a los años más afortunados de este género en los años setenta. Es una referencia notable al analizar La deuda (2011), una película hoy en cartel que ha supuesto toda una gran sorpresa por su acogida en la taquilla, aunque las críticas no le hayan sido todas favorables. La nuestra incluso, publicada en esta sección el pasado miércoles día 21 de septiembre, si lo recuerdan, expresaba ciertas reservas, sobre todo, por la frialdad del tratamiento en algunos pasajes del relato.

Sin embargo la importancia que para mí tiene La deuda viene dada por la intención de su realizador John Madden, en un afortunado remake, como rememorábamos, de la película israelí Ha Hov (2007), de Assaf Bernstein, sobre todo en la época vivida en Berlín por los protagonistas, en ahondar en las complejas relaciones tan intensamente vinculadas a las propias zozobras históricas vividas por su país. Recordemos que el film nos sitúa en Israel en 1997, cuando una periodista presentaba un libro en el que se narraba la hazaña de su madre y dos hombres camaradas del Mossad, autores del secuestro en el Berlín oriental de un cirujano nazi que llevó a cabo en un campo de exterminio experimentos horrorosos con los prisioneros judíos.

Obviamente la película usa habitualmente del flash back, la vuelta atrás para reproducir secuencias en la capital hebrea del Tel Aviv contemporáneo, la clínica del médico criminal o el inmundo piso de Berlín donde se reunían los agentes israelíes para preparar su operación. En este ámbito es donde más se definen las personalidades de sus protagonistas, sus dudas y sus verdaderos sentimientos en torno a los hechos, cuando la sucesión de acontecimientos entre unos y otros tiempos quedan perfectamente determinados.

Una planificación debidamente ajustada a la intriga que domina la historia, se concreta en expresiones que el público sigue con interés y la convicción con la que se desenvuelven los personajes, hacen de la película de John Madden una nueva demostración de su dominio de los elementos técnicos y de la puesta en escena, con la soberbia actuación en sus roles principales de la estupenda Helen Mirren, Sam Worthingtone, Jessica Chastain, Tom Wilkinson y Ciarán Hinds. Lastima esa frialdad en algunas secuencias. Aún así estamos ante una película muy interesante.

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