Cultura

El Fandi triunfa con unos nefastos 'juanpedros'

  • El granadino, tres orejas con un público condescendiente · Rivera consigue un trofeo y El Cordobés es ovacionado

GANADERÍA: Toros de Juan Pedro Domecq, de presencia aceptable y sospechosos de afeitado. Toros blandos y desrazados, nefastos también por su blandura, descastados, salvo el sexto y en parte el quinto. TOREROS: Manuel Díaz 'El Cordobés, ovación tras petición minoritaria y ovación. Francisco Rivera Ordóñez, silencio y oreja con escasa petición de pañuelos. David Fandila 'El Fandi', oreja con fuerte petición de la segunda y dos orejas. Incidencias: Plaza de toros de Palencia. Tres cuartos de entrada.

El diestro David Fandila El Fandi cosechó un triunfo a lo mediático, es decir, muy fácil gracias a un público muy condescendiente y agradecido, con nefastos juanpedros, en Palencia.

Hace más de una década fueron los matadores-banderilleros, tres en un mismo cartel, los que salvaron muchas ferias. Y ahora son los llamados mediáticos.

Se les distingue por su estilo tremendamente populista, sin que ello signifique menosprecio alguno. Su principal mérito es que llevan mucha gente a la plaza. Un público que sólo va a verle a ellos. Y sin ellos no iría.

Son toreros cuya aparición en los medios rosas es una constante, y su fama viene precisamente de ahí. Se les conoce más por su popularidad fuera del ruedo que por los méritos frente al toro, que de vez en cuando también los tienen, todo hay que decirlo.

No son del gusto de la afición que se tiene por seria y entendida, pero su aportación al espectáculo en la taquilla es tan grande como la de los más clásicos y refinados. Y no sería extraño que de los que van a verle exclusivamente a ellos alguno vuelva por la curiosidad de conocer otros estilos.

Están en todos los ciclos porque son rentables, y más anunciándose juntos en un mismo cartel. Es innegable. Son desde luego toreros diferentes. Y la plaza tiene también un ambiente distinto cuando actúan ellos.

Como ocurriera con aquellos matadores especialistas en el segundo tercio, a los mediáticos se les anuncia con toros de pocas garantías. Por ahí se mide el momento de una divisa. Con ellos la cosa ganadera no cumple grandes exigencias. Total, se dirá más de uno, lo suyo es torear más al público que al propio toro. Y así queda claro hoy que los toros de Juan Pedro Domecq no atraviesan buena racha.

El primero del Cordobés no podía con su sombra, cortísimo de embestida y sin humillar. Trasteo superficial a pesar del evidente interés del torero por agradar. Petición de oreja como algo afectivo. Y el cuarto, un auténtico buey de carreta, se apalancó al piso de forma que ni con la rana hubo entusiasmo. Rivera Ordóñez tuvo un primero también el colmo del descastamiento. Noblón, no obstante, no aportó absolutamente nada. Voluntad del torero, pero sin resolver. El quinto, con más brío, tampoco fue toro completo, humillaba por el derecho, y pasaba aunque no aportaba mucho. Rivera, muy efectista, toreó, si como tal se puede considerar, al aire del toro. Inexplicable oreja. Muy trabajada la primera actuación del Fandi, desde las largas de rodillas, las verónicas y chicuelinas ya de pie, el galleo otra vez por chicuelinas, y el quite por chicuelinas y saltilleras. El toro sin picar, naturalmente, para poder aguantar lo que iba a venir, de carreras con los palitroques para adelante y para atrás.

Espectacular banderillero El Fandi, ahí nada que objetar. Intervenciones absolutamente clamorosas por la inercia en la muleta, y eso ya entra en lo inexplicable, pues aunque hubo muchos pases, ni uno en condiciones. Ni uno por abajo, ni uno limpio. Remates, eso sí, a discreción. Sumaron más los pases de pecho, los de costadillo y los molinetes, y el desplante, que los muletazos de serie.

Fue explosiva la petición, hasta el punto de que querían a toda costa la segunda oreja. Tuvo que ponerse el presidente en su sitio llamando la atención a los mulilleros para que engancharan de una vez.

Donde no hubo escapatoria fue en el sexto después de encenderse la mecha por la torpeza del usía al denegar en principio la posibilidad de un cuarto par de banderillas pedido a coro por toda la plaza. Tuvo que ceder el palco, entre otras cosas porque reglamentariamente el matador estaba en su derecho de poner ése y los que le vinieran en gana. Clavó El Fandi por dentro, ajustado y arriba, fenomenal.

Ambiente para la muleta totalmente a favor. Al principio pases pausados y limpios, pero donde se lo pasó bien el personal fue en los redondos, los remates y alegrías de rodillas. Matar a la primera fue asimismo fundamental. Dos orejas, por supuesto.

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