Cultura

Digna alternativa de Tendero

  • El albacetense cumple con un manso de libro y da la única vuelta al ruedo · El sevillano Manuel Jesús 'El Cid', sin sitio · El francés Sebastián Castella, sin lote

Comenzó ayer la Feria de Aniversario en Las Ventas, sin duda con mejores carteles que la de San Isidro, teñida de sangre y de escasos frutos artísticos. Durante esta semana, se darán cita máximas figuras en la monumental en un ciclo que comenzó ayer con una alternativa digna a cargo de Miguel Tendero, único diestro que dio una vuelta al ruedo tras lidiar un manso de libro, en tarde de escaso contenido, con un Manuel Jesús El Cid perdido y sin sitio y un voluntarioso Sebastián Castella, sin lote para el lucimiento.

¿Le miró un tuerto a Miguel Tendero en el sorteo?... De blanco y oro en su doctorado, tuvo la negra. En un mundo tan supersticioso como el taurino, el toro de su alternativa no podía tener nombre más apropiado -Caratuerto, número 12, castaño, 545 kilos-, bien armado, resultó uno de los astados más mansos que haya pisado un ruedo. Huyó en la capa, en el tercio de varas al sentir el hierro y hasta cuando le clavaron las banderillas. En la muleta buscó de inmediato la puerta de chiqueros. Tendero, muy dispuesto, comenzó doblándose por bajo con un animal sin fijeza alguna. Con las ideas claras, le robó de inmediato muletazos, algunos de ellos estimables, especialmente con la izquierda, que fueron aplaudidos por la vibración que causaba la descompuesta embestida del animal. Mató de estocada trasera, precisó de un descabello y eso enfrió algo al público, que, muy receptivo, le hizo dar la vuelta al ruedo como premio.

El sexto toro fue todo lo contrario: manejable, pero sin fuerzas ni recorrido. Tendero volvió a transmitir ilusión y frescura. El toricantano estructuró bien la faena. Comenzó en los medios, dando distancia larga, para una notable serie con la diestra. Pero todo fue un espejismo. El toro, apagado, se quedaba cortísimo y el albacetense acortó distancias, sacando muletazos por ambos pitones, en una labor desigual, en la que hilvanó buenos muletazos, con un par de desarmes.

El Cid anduvo perdido y sin sitio. Volvió a estar por debajo de otro buen toro en Madrid, su primero, mal presentado, pero noble y con las fuerzas justas, al que realizó una labor deslavazada, con muletazos muy desceñidos y sin atisbo alguno de arte. Con el capote, el saltereño se hinchó de darle capotazos, pero sin estirarse y torear. Con el cuarto, que embestía también de dulce, no se comprometió a lancear con verdad. De nuevo, capotazos en exceso y el público, hastiado, protestó la debilidad del animal y consiguió la devolución. En su lugar, saltó un sobrero de Antonio Palla, noble e inválido, con el que El Cid dio pases a granel sin que su labor calara en el respetable, que se desgañitaba con gritos de "¡Toro, toro, toro...!". En el epílogo, sufrió un varetazo en la rodilla derecha. Acabó con la pesadilla de un bajonazo.

Sebastián Castella cumplió con un lote sin poder alguno. El francés apostó fuerte con el tercero, aceptablemente presentado, que no le duró más que una tanda. La apertura de faena fue volcánica, con cuatro estatuarios -alguno de infarto, por lo ceñido-, un pase del desprecio y otro de la firma. Con la diestra, toreo de verdad, con muletazos bajando la mano y ceñidos. Pero el animal fue a menos y acabó perdiendo las manos ante las exigencias del torero. Curro Molina se lució en banderillas. Al quinto, con trapío y bien armado, le faltó acometividad. Muy justo de motor, topaba. Castella porfió sin opción al lucimiento.

La primera del Aniversario, en la frente. Al menos, le sirvió a Miguel Tendero para hacerse notar con una actuación digna en su primera actuación como matador de toros.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios