Eduardo Chirinos. Poeta

"Creo que el fragmento más humilde puede ser capaz de contenerlo todo"

  • Ediciones Dauro publica 'Fragmentos para incendiar la quimera', un conjunto de poemas que giran en torno a pinturas que el autor tiene colgadas en las paredes de su casa

El poder evocador de una obra pictórica es algo a lo que difícilmente ningún poeta ha podido resistirse. Pero ¿qué sucede cuando estas imágenes sugerentes forman parte, además, de la rutina del artista? Eduardo Chirinos plasma en Fragmentos para incendiar la quimera poemas en torno a algunas de las obras colgadas en las paredes de su casa, transformándolas en verso en prosa, o prosa en verso, según se mire. La editorial granadina Dauro ha sido la encargada de poner sobre 102 páginas los poemas del autor peruano, que presentó el pasado lunes su libro en la sede del Cicus, un acto que inaugura una nueva colaboración de la Universidad Hispalense con el Centro Andaluz de las Letras.

-¿Cómo denominaría el trabajo que ha realizado uniendo pintura y poesía? ¿Reflexiones, abstracciones...?

-Desde la antigüedad, pintura y poesía han estado hermanadas hasta el punto de considerarse la pintura como poesía silenciosa, y la poesía como pintura que habla. Por supuesto que se trata de códigos distintos, pero eso no impide que se pueda leer un cuadro, dotarlo de una historia posible, y, por qué no, de una reflexión sobre su propio devenir. ¿Cómo denominaría mi trabajo? No sabría decirlo con exactitud, pero puedo decirle que mientras escribía esos poemas me sentía como quien pone micrófonos detrás de las obras para escuchar lo que dicen por las noches mientras duermo. ¡Y me he llevado más de una sorpresa!

-¿En qué momento decidió unir todos estos trabajos y hacer una única obra?

-El primer poema del libro fue hecho por encargo: el poeta mexicano León Plascencia me escribió a mediados del 2009 para preguntarme si quería participar en un proyecto que uniría poetas del mundo con grabadores mexicanos, y más específicamente de Guadalajara. Me dio toda la libertad del mundo para escribir sobre el grabado que quisiera y el estilo para acercarme a él. Escribí un poema en prosa sobre el de Luis Valsoto y a las pocas semanas se lo envié. Para nuestra mala suerte, el proyecto de Plascencia se truncó. Pero tenía un poema, y con él la punta del hilo que necesitaba para salir del laberinto escribiendo otros poemas sobre pinturas, dibujos y grabados originales que tenía en mi propia casa.

-Además de ser un verso del libro, ¿a qué se debe el título?

-A diferencia de otros libros, donde primero tienes el título y los poemas van llegando en torno a su música, en este caso los poemas vinieron sin obedecer a título alguno. Incluso puedo decirte que cuando tuve el primer contacto con Mariana Lozano, editora de Dauro, aún no tenía un título definitivo. ¡Fue como comprometerse a bautizar a una criatura sin tener un nombre! Como bien dice, el título viene de uno de los poemas, y si me sedujo fue, primero, por su sonoridad, y luego por todo lo que implica confiar a los fragmentos la responsabilidad de dar al traste con toda ilusión de totalidad. Soy de los que creen que el fragmento más humilde es capaz de contenerlo todo.

-Las imágenes sobre las que escribe forman parte de su vida diaria, las ve colgadas en su casa. ¿Cambia este hecho que la poesía que nace de ellas sea diferente?

-Su pregunta da en el clavo, pues se trata precisamente de eso, de hacer de aquello que se nos presenta como cotidiano algo que sea del todo diferente.

-Entre las imágenes, hay óleos, acuarelas, serigrafías... toda una gama de estilos. ¿Ha escogido a propósito estas imágenes por su eclecticismo, o las escogió por otros motivos?

-Salvo la primera de ellas, que fue, como ya le dije, por encargo, todas las obras que aparecen en este libro, incluso la primera sobre la que escribí, me eligieron a mí. Ya renuncio a la arrogancia de creer que fui yo quien las eligió.

-Los capítulos son cortos, y en prosa. Cada uno lleva al siguiente. ¿Por qué escogió este formato?

-Porque la prosa breve, al ser más contenida en la historia o reflexión que sugieren, asume visualmente el formato de un cuadro: las palabras mismas configuran su propio límite, convirtiéndose en la isla verbal que flota en el marco de la página. Adivino cierta reticencia en el entrecomillado de la palabra capítulo y lo entiendo, porque no se trata de cuentos ni, mucho menos, de secuencias argumentales. Pero si un fragmento es capaz de conducir al otro es porque al lector le corresponde leer en los marcos, en los blancos, el pegamento secreto que les da unidad. El lector-espectador es el personaje más importante de estos poemas.

-¿Se le han quedado muchas impresiones en el tintero?

-Al ser un libro compuesto de fragmentos lo que queda sin decirse, que es mucho, siempre es mucho... está en los blancos. Ellos son los que organizan, desde el silencio, la diversidad y la unidad.

-Algunos poemas son profundas reflexiones, otros son casi infantiles, y muchos rozan la temática erótica. ¿Ha pensado en un público concreto que pueda interesarse por este libro?

-Le sorprenderá si le digo que rara vez pienso en el público que pueda interesarse en lo que escribo. Eso, naturalmente, no quiere decir que no me interesen los lectores, pero los lectores en los que pienso son aquellos que irán a construirse a partir de lo que escriba. Y no al revés. Eso me da la libertad que necesito para escribir.

-La versatilidad es una de sus características, ¿qué supone para usted este libro en relación con el resto de sus publicaciones?

-Alguna vez escribí que cada uno de mis libros son como planetas solitarios que se rigen por las mismas leyes de movimiento. A mí me corresponde la soledad, a los lectores determinar las leyes de ese movimiento.

-La mayoría de los grabados son de artistas latinoamericanos. ¿Qué une este tipo de arte, además de, claro está, su procedencia?

-De los siete artistas, cinco son hispanoamericanos y dos norteamericanos. Lo que los une, además de la amistad que tengo con ellos, es la capacidad que tienen para demostrarme que la belleza está en la diversidad, que como amantes del arte podemos ser uno y muchos. En eso también están comprometidos los poemas.

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