Elegías íntimas. Instantáneas de cineastas se inscribe dentro de esa nueva tendencia de la crítica que, emparentada con los modos cierta literatura autorreferencial, metaliteratura lo llaman también (pensamos en Sebald, Magris o Vila-Matas), hace de lo subjetivo un elemento clave en la vertebración de un discurso necesariamente incompleto que asume su dispersión y su esencial vocación fragmentaria, inestable y viajera. Un libro que, a efectos de su propio ámbito temático, pretende inscribirse en ese renovado panorama cinéfilo del que nos hablaban Rosenbaum y Martin en su seminal libro Movie mutations y que aspira a regenerar el lenguaje crítico a través de nuevas formas que van de lo epistolar a la confesión del diario íntimo pasando por el análisis o la voluntad de conectar la crítica de cine con el resto de las disciplinas artísticas.

En lo que a su contenido se refiere, Elegías íntimas se acerca al cine desde el cine, a saber, a través de aquellas películas, más o menos cercanas al formato documental, hibridaciones con la ficción o tentativas ensayísticas, que han aspirado a retratar a cineastas en acción o en reflexión, filmes que hablan del cine y sus procesos, de los creadores y su universo de referencias e inquietudes, de los directores y su propia autobiografía expuesta o filtrada tantas veces en el mismo celuloide con el que trabajan.

Son muchos aquí los autores y títulos convocados, como numerosas y diversas también las voces que nos los traen: críticos, historiadores, escritores, poetas, cineastas, periodistas… todos ellos enlazados en un trayecto meándrico, a veces caprichoso, otras algo pretencioso, que va de una película a otra, de un cineasta al siguiente, conformando un puzzle de extrañas parejas que, en ocasiones, parecían estar destinadas a emparentarse de forma irremediable. Como indica el propio editor, en un proyecto de estas características, ajeno a cualquier tentativa de convertirse en una antología o un catálogo de documentales sobre cine, resultaba imposible hablar de Chris Marker sin hablar también de Tarkovski, Kurosawa o Medvedkine, a quienes el director de Sans soleil dedicó algunas de sus películas; o hacerlo de John Ford sin pasar por Peter Bogdanovich, de Straub y Huillet sin tener en cuenta al portugués Pedro Costa, de Jacques Rivette sin Claire Denis y Serge Daney, de Hou Hsiao Hsien sin Olivier Assayas o de Yasujiro Ozu sin Win Wenders y su Tokyo-ga.

Con Godard por bandera y dividido en seis grandes bloques temáticos (Historia(s) del cine, Cineastas en acción, Autorretratos, Diarios fílmicos, Lecciones, devociones y traiciones y Lugares), Elegías íntimas convoca a escritores como Vila-Matas, Conget, Jordá, Gopegui, Silva, Santos o Medel, cuyos textos aparecen intercalados entre algunas de las firmas esenciales de nuestra crítica de cine, desde las más veteranas (Font, Losilla, Casas, Latorre, Riambau, Marías) a las más jóvenes y prometedoras: Pena, Benavente, López, Yáñez, Sánchez, De Lucas, Iglesias, Gallego o Kovacsics. Todo un quién es quién de la crítica española del momento. Queda espacio también para esa rara avis que son los cineastas (Lacuesta o Bandé) que se han parado a reflexionar por escrito sobre su trabajo y sobre el cine, para una breve antología de poemas sobre cine seleccionados por Conget y para un DVD con cuatro filmes-ensayo de Lacuesta, De Lucas, Duque y Pompa.