Fila siete

Cine clónico

No son sólo clónicas las interminables guerras de las galaxias del incansable George Lucas. También hay un cine clónico que repite las películas con el mismo director. Está reciente el caso de Funny games (2007), en el que el inefable realizador alemán, Michael Haneke, no tuvo inconveniente en dirigir el mismo un "remake" o más bien una copia exacta de esta obra suya una de las más emblemáticas de su filmografía. No cambiaban más que los actores y el equipo de producción norteamericano. Por cierto la película no la hemos visto en Huelva, donde es evidente la precariedad de sus estrenos.

Hay más casos como el de Funny games, pero al que hoy quiero referirme es al perpetrado por los hermanos tailandeses Oxide y Danny Pang que no han tenido inconveniente en repetir, con producción norteamericana, la película que realizaron en 1998, como recordaba en mi crítica publicada aquí el pasado viernes, día 29. Y es que, además, Bangkok dangerous, ahora con la cara de Nicolas Cage como protagonista, es una de esas historias que se repiten de manera constante en el cine. En ellas abunda la acción, los personajes son de una violencia extremada, las persecuciones y los tiroteos se suceden prácticamente sin pausa, y sus argumentos son de una simpleza desconcertante. No hay novedades, no hay sorpresas, no hay, por supuesto, originalidad, de tal manera que los espectadores no podrán ver nada nuevo ni interesante.

Un argumento más o menos parecido al que nos ocupa, que, por ejemplo, en el cine francés de género brilló a gran altura en la época del inolvidable Jean-Pierre Melville, a quien recordábamos hace días a propósito de la película Venganza, aún en cartel, aquí propende a la vulgaridad, a la trivialidad, incluso a la cursilería. Para colmo tenemos a un Nicolas Cage, en horas bajas, que ya se apunta a cualquier película de poca monta, encarnando a un asesino a sueldo, el clásico matón, que llega a la capital tailandesa contratado por un gangster con la misión de eliminar a cuatro rivales, por lo que recibirá una buena recompensa.

Todo intento de hacer una película seria y rigurosa sobre el tema es absolutamente inviable, cuando los hermanos Pang, los directores y los intérpretes, han actuado con absoluta falta no solo de originalidad sino de la competencia que debe exigirse en la reiteración de un film que, como mínimo, debe intentar mejorar su precedente. Nada más lejos de ello. Salvo ciertas secuencias de acción y el personaje secundario que ayuda al protagonista y que presenta algo más afectivo en la áspera dinámica criminal, lo demás es tan rutinario como falto de sentido.

La presencia de Nicolas Cage, lejos de aquella actuación que lo encumbró, Leaving Las Vegas (1995), y alguna más, se acerca indefectiblemente a esas interpretaciones de poco fuste que viene ofreciéndonos desde hace algún tiempo, con un rostro que repite una y otra vez los mismos gestos, a veces absolutamente inexpresivos, y que en esta ocasión resulta de una estulticia evidente en los pasajes románticos y de absoluto desfallecimiento en los momentos de acción.

Vistas así las cosas uno no se explica estas nuevas versiones, estas reiteraciones o repeticiones, auténtico cine clónico, que no conducen más que a llenar los huecos que deja la falta de creatividad de los guionistas y realizadores norteamericanos en la actualidad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios