Cultura

Cadel muestra su 'Camino a ninguna parte' en su Nerva natal

  • La pintora propone en el museo Vázquez Díaz una mirada al espacio "donde suceden cosas"

El museo Vázquez Díaz de Nerva ha vuelto a abrir sus puertas a otra de las jóvenes promesas de esta Tierra de artistas de la que no paran de nacer pintores que siguen dando sentido al lema del que los nervenses se sienten tan orgullosos. En esta ocasión, el protagonismo es para Ángeles Cadel, artista de la generación de los 80 que, a pesar de su juventud, viene exponiendo de forma periódica desde 2008 en muestras individuales y colectivas a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.

Durante los últimos años viene compaginando sus trabajos artísticos con la labor de profesora en las escuelas de arte de Sevilla y León Ortega de Huelva, así como la de monitora en la Escuela Municipal de Pintura, Antonio León, de Nerva, en la que comenzó su carrera docente hace seis años.

Camino a ninguna parte, según aclara la propia autora, alude a la idea de exponer un resumen sobre su trayectoria, a la vez que hace referencia al espacio. Un concepto que ha ido abordando a lo largo de toda su obra. "El espacio como lugar donde suceden cosas, el espacio como marco crítico de la sociedad que lo habita, el espacio como escenario teatral donde se generan las diferentes formas de identificación social, el espacio como detonante de nuestra experiencia. Incluso cuando soñamos estamos generando espacios", explica.

"La silla ha estado presente en muchas de mis obras", afirma la autora. "Se trata de un proceso de observación y reflexión ante el objeto; un objeto fácilmente reconocible con un significado inherente que te provoca quietud, calma, descanso, sosiego. La silla se apropiaba del espacio, conectando lo sentimental con lo cotidiano. En estas obras el paisaje apenas se dejaba ver por alguna ventana", asegura.

Paisajes de interiores inhabitados que, "sin embargo, a pesar de ese discurso intrínseco y esa necesidad de hablar de lo habitado y humanizable, se convierten en escenarios habitados únicamente por sillas de mis primeros años, surgiendo, de manera casi innata, una necesidad de derribar los muros para dar paso al paisaje exterior, ese que se produce al borde de las ciudades, en un entorno en continuo crecimiento y expansión", comenta.

Para Cadel, el escenario teatral ahora tiene un carácter de suburbio, con el detritus simplificado, geometrizado, con colores limpios y sicodélicos, rozando el concepto de ornamento. "Y una estética de collage, donde se superponen edificios nuevos o semiconstruidos, escombreras, materiales de construcción abandonados. El margen entre lo rural y lo urbano se ha convertido en un paisaje distorsionante con imágenes visualmente atractivas, donde conviven en perfecta armonía lo marginal y lo idealizado, conectando lo bucólico con la vida urbana", aclara.

Su último proyecto, To Be, expuesto simultáneamente en dos ferias de arte el año pasado (Blurfair, en Sevilla, y Marte, en Castellón), analiza cuál es el papel que la autora juega como artista y su relación con la experiencia afectiva en las prácticas del espacio y la creación artística. "Y en este proceso, determinado por la creatividad y el conflicto, se define un paisaje configurado según mis pensamientos. Lo invento y lo habito. To Be es un proyecto vivo donde disfrazo cualquier connotación agresiva o sofocante, pese a derivarse de un delirio angustioso donde se genera un conflicto entre la esencia y la presencia del artista", concluye.

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